lunes, 1 de abril de 2013

LITERATURA MEDIEVAL: ALGUNOS CUENTOS DE EL CONDE LUCANOR DE DON JUAN MANUEL.


  Exemplo Xº [Cuento. Texto completo. Versión original antigua]

 
De lo que contesçió a un omne que por
pobreza et mengua de otra vianda comía atramuzes

   Otro día fablava el conde Lucanor con Patronio en esta manera:
-Patronio, bien conosco a Dios que me a fecho muchas merçedes, más quel’ yo podría servir, et en todas las otras cosas entiendo que está la mi fazienda asaz con bien et con onra; pero algunas vegadas me contesçe de estar tan afincado de pobreza que me paresçe que quería tanto la muerte como la vida. Et ruégovos que algún conorte me dedes para esto.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vos conortedes cuando tal cosa vos acaesçiere, sería muy bien que sopiésedes lo que acaesçió a dos omnes que fueron muy ricos.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, de estos dos omnes, el uno dellos llegó a tan grand pobreza que non fincó en el mundo cosa que pudiese comer. Et desque fizo mucho por buscar alguna cosa que comiesse, non pudo aver cosa del mundo sinon una escudiella de atramizes. Et acordándose de cuando rico era et solía ser, que agora con fambre et con mengua avía de comer los atramizes, que son tan amargos et de tan mal sabor, començó de llorar muy fieramente, pero con la grant fambre començó de comer de los atramizes, et en comiéndolos, estava llorando et echava las cortezas de los atramizes en pos sí. Et él estando en este pesar et en esta coita, sintió que estava otro omne en pos de’l et bolbió la cabeça et vio un omne cabo de’l que estava comiendo las cortezas de los atramizes que él echava en pos de sí, et era aquél de que vos fablé desuso.
Et cuando aquello vio el que comía los atramizes, preguntó a aquél que comía lascortezas que por qué fazía aquello. Et él dixo que sopiese que fuera muy más rico que él, et que agora avía llegado a tan grand pobreza et en tan grand fanbre quel’ plazía mucho cuando fallava aquellas cortezas que él dexava. Et cuando esto vio el que comía los atramizes, conortóse, pues entendió que otro avía más pobre que él, et que avía menos razón porque lo devíe seer. Et con este conorte, esforçósse et ayudól’ Dios, et cató manera en cómo saliesse de aquella pobreza, et salió della et fue muy bien andante.
Et, señor conde Lucanor, devedes saber que el mundo es tal, et aunque nuestro señor Dios lo tiene por bien, que ningún omne non aya complidamente todas las cosas. Mas, pues en todo lo ál vos faze Dios merçed et estades con vien et con onra, si alguna vez vos menguare dineros o estudierdes en afincamiento, non desmayedes por ello, et cred por çierto que otros más onrados et más ricos que vós estarán tan afincados, que se ternién por pagados si pudiessen dar a sus gentes et les diessen aún muy menos de cuanto vos les dades a las vuestras.

Al conde plogo mucho desto que Patronio dixo, et conortóse, et ayudóse él, et ayudól’ Dios, et salió muy bien de aquella quexa en que estava.
Et entendiendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo poner en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:

Por pobreza nunca desmayedes,
pues otros más pobres que vos veredes.


Exemplo XXXIIº [Cuento. Texto completo. Versión original antigua]

De lo que contesció a un rey con los burladores que fizieron el paño

    Fablava otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et dizíale:

-Patronio, un omne vino a mí et díxome muy grand fecho et dame a entender que sería muy grand mi pro; pero dízeme que lo non sepa omne del mundo por mucho que yo en él fíe; et tanto me encaresçe que guarde esta poridat, fasta que díze que sí a omne del mundo lo digo, que toda mi fazienda et aun la mi vida es en grand periglo. Et porque yo sé que omne non vos podría dezir cosa que vós non entendades si se dize por vien o por algún engaño, ruégovos que me digades lo que vos paresçe en esto.

-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós entendades, al mio cuidar, lo que vos más cumple de fazer en esto, plazerme ía que sopiésedes lo que contesció a un rey con tres omnes burladores que vinieron a él. 

El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, tres omnes burladores vinieron a un rey et dixiéronle que eran muy buenos maestros de fazer paños, et señaladamente que fazían un paño que todo omne que fuesse fijo daquel padre que todos dizían, que vería el paño; mas el que non fuesse fijo daquel padre que él tenía et que las gentes dizían, que non podría ver el paño.
Al rey plogo desto mucho, teniendo que por aquel paño podría saber cuáles omnes de su regno eran fijos de aquellos que devían seer sus padres o cuáles non, et que por esta manera podría acresçentar mucho lo suyo; ca los moros non heredan cosa de su padre si non son verdaderamente sus fijos. Et para esto mandóles dar un palaçio en que fiziessen aquel paño.
Et ellos dixiéronle que porque viesse que non le querían engañar, que les mandasse çerrar en aquel palaçio fasta que el paño fuesse fecho. Desto plogo mucho al rey. Et desque ovieron tomado para fazer el paño mucho oro et plata et seda et muy grand aver, para que lo fiziessen, entraron en aquel palaçio, et çerráronlos ý.
Et ellos pusieron sus telares et davan a entender que todo el día texían en el paño. Et a cabo de algunos días, fue el uno dellos dezir al rey que el paño era començado et que era la más fermosa cosa del mundo; et díxol’a qué figuras et a qué labores lo començaban de fazer et que si fuesse la su merçet, que lo fuesse ver et que non entrasse con él omne del mundo. Desto plogo al rey mucho.
Et el rey queriendo provar aquello ante en otro, envió un su camarero que lo viesse, pero non le aperçibió quel’ desengañasse.
Et desque el camarero vio los maestros et lo que dizían, non se atrevió a dezir que non lo viera. Cuando tornó al rey, dixo que viera el paño. Et después envió otro, et díxol’ esso mismo. Et desque todos los que el rey envió le dixieron que vieran el paño, fue el rey a lo veer.
Et cuando entró en el palaçio et vio los maestros que estavan texiendo et dizían: «Esto es tal labor, et esto es tal istoria, et esto es tal figura, et esto es tal color», et conçertavan todos en una cosa, et ellos non texían ninguna cosa, cuando el rey vio que ellos non texían et dizían de qué manera era el paño, et él, que non lo veía et que lo avían visto los otros, tóvose por muerto; ca tovo que porque non era fijo del rey que él tenía por su padre, que por esso non podía ver el paño, et reçeló que si dixiesse que lo non veía, que perdería el regno. Et por ende començó a loar mucho el paño et aprendió muy bien la manera como dizían aquellos maestros que el paño era fecho.
Et desque fue en su casa con las gentes, començó a dezir maravillas de cuánto bueno et cuánto maravilloso era aquel paño, et dizía las figuras et las cosas que avía en el paño, pero que él estava con muy mala sospecha. A cabo de dos o de tres días, mandó a su alguazil que fuesse veer aquel paño. Et el rey contól’ las maravillas et estrañezas que viera en aquel paño. El alguazil fue allá.
Et desque entró et vio los maestros que texían et dizían las figuras et las cosas que avía en el paño et oyó al rey cómo lo avía visto, et que él non lo veía, tovo que porque non era fijo daquel padre que él cuidava, que por eso non lo veía, et tovo que si gelo sopiessen, que perdería toda su onra. Et por ende començó a loar el paño tanto como el rey o más.
Et desque tornó al rey et le dixo que viera el paño et que era la más noble et la más apuesta cosa del mundo, tóvose el rey aún más por mal andante, pensando que, pues el alguazil viera el paño et él non lo viera, que ya non avía dubda que él non era fijo del rey que él cuidava. Et por ende començó más de loar et de firmar más la vondad et la nobleza del paño et de los maestros que tal cosa sabían fazer.
Et otro día, envió el rey otro su privado et conteçiól’ como al rey et a los otros. ¿Qué vos diré más? Desta guisa, et por este reçelo, fueron engañados el rey et cuantos fueron en su tierra; ca ninguno non osava dezir que non veié el paño.
Et assí passó este pleito, fasta que vino una grand fiesta. Et dixieron todos al rey que vistiesse aquellos paños para la fiesta.
Et los maestros traxiéronlos enbueltos en muy buenas sávanas, et dieron a entender que desbolvían el paño et preguntaron al rey qué quería que tajassen de aquel paño. Et el reydixo cuáles vestiduras quería. Et ellos davan a entender que tajavan et que medían el talle que avían de aver las vestiduras et después que las coserían.
Cuando vino el día de la fiesta, vinieron los maestros al rey, con sus paños tajados et cosidos, et fiziéronle entender quel’ vistían et quel’ allanavan los paños. Et assí lo fizieron fasta que el rey tovo que era vestido, ca él non se atrevía a dezir que él non veía el paño.
Et desque fue vestido tan bien como avedes oído, cavalgó para andar por la villa; mas de tanto le avino bien, que era verano.
Et desque las gentes lo vieron assí venir et sabían que el que non veía aquel paño que non era fijo daquel padre que cuidava, cuidava cada uno que los otros lo veían et que pues él non lo veía, que si lo dixiesse, que sería perdido et desonrado. Et por esto fincó aquella poridat guardada, que non se atrevié ninguno a lo descubrir, fasta que un negro que guardava el cavallo del rey, et que non avía que pudiesse perder, llegó al rey et díxol’:
-Señor, a mí non me enpeçe que me tengades por fijo de aquel padre que yo digo, nin de otro, et por ende, dígovos que yo só çiego, o vós desnuyo ides.
El rey le començó a maltraer diziendo que porque non era fijo daquel padre que él cuidava, que por esso non veía los sus paños.
Desque el negro esto dixo, otro que lo oyó dixo esso mismo, et assí lo fueron diziendo fasta que el rey et todos los otros perdieron el reçelo de conosçer la verdat et entendieron el engaño que los burladores avían fecho. Et cuando los fueron buscar, non los fallaron, ca se fueran con lo que avían levado del rey por el engaño que avedes oído.
Et vós, señor conde Lucanor, pues aquel omne vos dize que non sepa ninguno de los en que vos fiades nada de lo que él vos dize, çierto seed que vos cuida engañar, ca bien devedes entender que non ha él razón de querer más vuestra pro, que non ha convusco tanto debdo como todos los que conbusco biven, que an muchos debdos et bien fechos de vos, porque deven querer vuestra pro et vuestro serviçio.
El conde tovo éste por buen consejo et fízolo assí et fallóse ende bien.
Et veyendo don Johan que éste era buen exiemplo, fízolo escrivir en este libro, et fezo estos viessos que dizen assí:

Quien te conseja encobrir de tus amigos,
sabe que más te quiere engañar que dos figos.


Exemplo Vº [Cuento. Texto completo. Versión original antigua]

                       De lo que contesçió a un raposo con un
                       cuervo que tenié un pedaço de queso en el pico



Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxol’ assí:
-Patronio, un omne que da a entender que es mi amigo, me començó a loar mucho, dándome a entender que avía en mí muchos complimientos de onra et de poder et de muchas vondades. Et de que con estas razones me falagó cuanto pudo, movióme un pleito, que en la primera vista, segund lo que yo puedo entender, que paresçe que es mi pro.
Et contó el conde a Patronio cuál era el pleito quel’ movía; et como quier que paresçía el pleito aprovechoso, Patronio entendió el engaño que yazía ascondido so las palabras fremosas. Et por ende dixo al conde:
-Señor conde Lucanor, sabet que este omne vos quiere engañar, dándovos a entender que el vuestro poder et el vuestro estado es mayor de cuanto es la verdat. Et para que vos podades guardar deste engaño que vos quiere fazer, plazerme ía que sopiésedes lo que contesçió a un cuervo con un raposo.
Et el conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, el cuervo falló una vegada un grant pedaço de queso et subió en un árbol porque pudiese comer el queso más a su guisa et sin reçelo et sin enbargo de ninguno. Et en cuanto el cuervo assí estava, passó el raposo por el pie del árbol, et desque vio el queso que el cuervo tenía, començó a cuidar en cuál manera lo podría levar de’l. Et por ende començó a fablar con él en esta guisa:
-Don Cuervo, muy gran tiempo ha que oí fablar de vós et de la vuestra nobleza, et de la vuestra apostura. Et como quiera que vos mucho busqué, non fue la voluntat de Dios, nin la mi ventura, que vos pudiesse fallar fasta agora, et agora que vos veo, entiendo que a mucho más bien en vos de cuanto me dizían. Et porque veades que non vos lo digo por lesonja, también como vos diré las aposturas que en vos entiendo, también vos diré las cosas en que las gentes tienen que non sodes tan apuesto. Todas las gentes tienen que la color de las vuestras péñolas et de los ojos et del pico et de los pies et de las uñas, que todo es prieto, et por que la cosa prieta non es tan apuesta como la de otra color, et vós sodes todo prieto, tienen las gentes que es mengua de vuestra apostura, et non entienden cómo yerran en ello mucho; ca como quier que las vuestras péñolas son prietas, tan prieta e tan luzia es aquella pretura, que torna en india, como péñolas de pavón, que es la más fremosa ave del mundo; et como quier que los vuestros ojos son prietos, cuanto para ojos, mucho son más fremosos que otros ojos ningunos, ca la propriedat del ojo non es sinon ver, et porque toda cosa prieta conorta el viso, para los ojos, los prietos son los mejores, et por ende son más loados los ojos de la ganzela, que son más prietos que de ninguna otra animalia. Otrosí, el vuestro pico et las vuestras manos et uñas son fuertes más que de ninguna ave tanmaña como vós. Otrosí, en el vuestro buelo avedes tan grant ligereza, que vos non enbarga el viento de ir contra él, por rezio que sea, lo que otra ave non puede fazer tan ligeramente como vós. Et bien tengo que, pues Dios todas las cosas faze con razón, que non consintría que, pues en todo sodes tan complido, que oviese en vos mengua de non cantar mejor que ninguna otra ave. Et pues Dios me fizo tanta merçet que vos veo, et sé que ha en vos más bien de cuanto nunca de vos oí, si yo pudiesse oír de vos el vuestro canto, para siempre me ternía por de buena ventura.
Et señor conde Lucanor, parat mientes que maguer que la entençión del raposo era para engañar al cuervo, que sienpre las sus razones fueron con verdat. Et set çierto que los engaños et damños mortales siempre son los que se dizen con verdat engañosa.
Et desque el cuervo vio en cuantas maneras el raposo le alabava, et cómo le dizía verdat en todas creó que asíl’ dizía verdat en todo lo ál, et tovo que era su amigo, et non sospechó que lo fazía por levar de’l el queso que tenía en el pico, et por las muchas buenas razones quel’ avía oído, et por los falagos et ruegos quel’ fiziera porque cantase, avrió el pico para cantar. Et desque el pico fue avierto para cantar, cayó el queso en tierra, et tomólo el raposo et fuese con él; et así fincó engañado el cuervo del raposo, creyendo que avía en sí más apostura et más complimiento de cuanto era la verdat.
Et vós, señor conde Lucanor, como quier que Dios vos fizo assaz merçet en todo, pues beedes que aquel omne vos quiere fazer entender que avedes mayor poder et mayor onra o más vondades de cuanto vós sabedes que es la verdat, entendet que lo faze por vos engañar, et guardat vos de’l et faredes como omne de buen recabdo.
Al conde plogo mucho de lo que Patronio le dixo, et fízolo assí. Et con su consejo fue él guardado de yerro.
Et porque entendió don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo escrivir en este libro, et fizo estos viessos, en que se entiende avreviadamente la entención de todo este exiemplo. Et los viessos dizen así:

Qui te alaba con lo que non es en ti,
sabe que quiere levar lo que as de ti. 


Exemplo IIº[Cuento. Texto completo. Versión original antigua]

De lo que contesçió a un omne bueno con su fijo

Otra vez acaesçió que el conde Lucanor fablava con Patronio, su consejero, et díxol’ cómo estava en grant coidado et en grand quexa de un fecho que quería fazer, ca, si por aventura lo fiziese, sabía que muchas gentes le travarían en ello; et otrosí, si non lo fiziese, que él mismo entendié quel’ podrían travar en ello con razón. Et díxole cuál era el fecho et él rogól’ quel’ consejase lo que entendía que devía fazer sobre ello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, bien sé yo que vós fallaredes muchos que vos podrían consejar mejor que yo, et a vos dio Dios muy buen entendimiento, que sé que mi consejo que vos faze muy pequeña mengua; mas pues lo queredes, dezirvos he lo que ende entiendo. Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, mucho me plazería que parásedes mientes a un exiemplo de una cosa que acaesçió una vegada a un omne bueno con su fijo.
El conde le rogó quel’ dixiese que cómo fuera aquello. Et Patronio dixo:
-Señor, assí contesçió que un omne bueno avía un fijo; como quier que era moço segund sus días, era asaz de sotil entendimiento. Et cada que el padre alguna cosa quería fazer, porque pocas son las cosas en que algún contrallo non puede acaesçer, dizíal’ el fijo que en aquello que él quería fazer, que veía él que podría acaesçer el contrario. Et por esta manera le partía de fazer algunas cosas quel’ complían para su fazienda. Et vien cred que cuanto los moços son más sotiles de entendimiento, tanto son más aparejados para fazer grandes yerros para sus faziendas; ca an entendimiento para començar la cosa, mas non saben la manera como se puede acabar, et por esto caen en grandes yerros, si non an qui los guarde dello. Et así, aquel moço, por la sotileza que avía del entendimiento et quel’ menguava la manera de saber fazer la obra complidamente, enbargava a su padre en muchas cosas que avié de facer. Et de que el padre passó grant tiempo esta vida con su fijo, lo uno por el daño que se le seguía de las cosas que se le enbargavan de fazer, et lo ál, por el enojo que tomava de aquellas cosas que su fijo le dizía, et señaladamente lo más, por castigar a su fijo et darle exiemplo cómo fiziese en las cosas quel’ acaesçiesen adelante, tomó esta manera segund aquí oiredes:
El omne bueno et su fijo eran labradores et moravan çerca de una villa. Et un día que fazían ý mercado, dixo a su fijo que fuesen amos allá para comprar algunas cosas que avían mester; et acordaron de levar una vestia en que lo traxiesen. Et yendo amos a mercado, levavan la vestia sin ninguna carga et ivan amos de pie et encontraron unos omnes que vinían daquella villa do ellos ivan. Et de que fablaron en uno et se partieron los unos de los otros, aquellos omnes que encontraron conmençaron a departir ellos entre sí et dizían que non les paresçían de buen recabdo aquel omne et su fijo, pues levavan la vestia descargada et ir entre amos de pie. El omne bueno, después que aquello oyó, preguntó a su fijo que quel’ paresçía daquello que dizían. Et el fijo dixo que le parescía que dizían verdat, que pues la vestía iba descargada, que non era buen seso ir entre amos de pie. Et entonçe mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia.
Et yendo así por el camino, fallaron otros omnes, et de que se partieron dellos, conmençaron a dezir que lo errara mucho aquel omne bueno, porque iva él de pie, que era viejo et cansado, et el moço, que podría sofrir lazeria, iva en la vestia. Preguntó entonçe el omne bueno a su fijo que quel’ paresçía de lo que aquellos dizían; et él díxol’ quel’ paresçía que dizían razón. Entonçes mandó a su fijo que diciese de la vestia et subió él en ella.
Et a poca pieça toparon con otros, et dixieron que fazía muy desaguisado dexar el moço, que era tierno et non podría sofrir lazeria, ir de pie, et ir el omne bueno, que era usado de pararse a las lazerias, en la vestia. Estonçe preguntó el omne bueno a su fijo que quél’ paresçié desto que estos dizían. Et el moço díxol’ que, segund él cuidava, quel’ dizían verdat. Estonce mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia porque non fuese ninguno dellos de pie.
Et yendo así, encontraron otros omnes et començaron a dezir que aquella vestia en que ivan era tan flaca que abés podría andar bien por el camino, et pues así era, que fazían muy grant yerro ir entramos en la vestia. Et el omne bueno preguntó al su fijo que quél’ semejava daquello que aquellos omnes buenos dizían; et el moço dixo a su padre quel’ semejava verdat aquello. Estonçe el padre respondió a su fijo en esta manera:
-Fijo, bien sabes que cuando saliemos de nuestra casa, que amos veníamos de pie et traíamos la vestia sin carga ninguna, et tú dizías que te semejava que era bien. Et después, fallamos omnes en el camino que nos dixieron que non era bien, et mandéte yo sobir en la vestia et finqué de pie; et tú dixiste que era bien. Et después fallamos otros omnes que dixieron que aquello non era bien, et por ende desçendiste tú et subí yo en la vestia, et tú dixiste que era aquello lo mejor. Et porque los otros que fallamos dixieron que non era bien, mandéte subir en la vestia conmigo; et tú dixiste que era mejor que non fincar tú de pie et ir yo en la vestia. Et agora, estos que fallamos dizen que fazemos yerro en ir entre amos en la vestia; et tú tienes que dizen verdat. Et pues que assí es, ruégote que me digas qué es lo que podemos fazer en que las gentes non puedan travar; ca ya fuemos entramos de pie, et dixieron que non fazíamos bien; et fu yo de pie et tú en la vestia, et dixieron que errávamos; et fu yo en la vestia et tú de pie, et dixieron que era yerro; et agora imos amos en la vestia, et dizen que fazemos mal. Pues en ninguna guisa non puede ser que alguna destas cosas non fagamos, et ya todas las fiziemos, et todos dizen que son yerro; et esto fiz yo porque tomasses exiemplo de las cosas que te acaesçiessen en tu fazienda; ca çierto sey que nunca farás cosa de que todos digan bien: ca si fuere buena la cosa, los malos et aquellos que se les non sigue pro de aquella cosa, dirán mal della; et si fuere la cosa mala, los buenos, que se pagan del bien, non podrían decir que es bien el mal que tú feziste. Et por ende, si tú quieres fazer lo mejor et más a tu pro, cata que fagas lo mejor et lo que entendieres que te cumple más, et sol que non sea mal, non dexes de lo fazer por reçelo de dicho de las gentes; ca çierto es que las gentes a lo demás siempre fablan en las cosas a su voluntad, et non catan lo que es más a su pro.
-Et vós, conde Lucanor, señor, en esto que me dezides que queredes fazer et que reçelades que vos travarán las gentes en ello, et si non lo fazedes, que esso mismo farán, pues me mandades que vos conseje en ello, el mi consejo es éste: que ante que començedes el fecho, que cuidedes toda la pro o el dapño que se vos puede ende seguir, et que non vos fiedes en vuestro seso et que vos guardedes que vos non engañe la voluntad, et que vos consejedes con los que entendiéredes que son de buen entendimiento et leales et de buena poridat. Et si tal consejero non falláredes, guardat que vos non arrebatedes a lo que oviéredes a fazer, a lo menos fasta que passe un día et una noche, si fuere cosa que se non pierda por tiempo. Et de que estas cosas guardáredes en lo que oviéredes de fazer, et lo falláredes que es bien et vuestra pro, conséjovos yo que nunca lo dexedes de fazer por reçelo de lo que las gentes podrían dello dezir.
El conde tovo por buen consejo lo que Patronio le consejava. El fízolo assí, et fallóse ende bien.
Et cuando don Johan falló este exiemplo, mandólo escrivir en este libro, et fizo estos viessos en que está avreviadamente toda la sentençia deste exiemplo. Et los viessos dizen así:

Por dicho de las gentes,
sol que non sea mal,
al pro tenet las mientes,
et non fagades ál.


Extraído de Biblioteca Ciudad Seva:www.ciudadseva.com/bibcuent.htm (podrás encontrar aquí las versiones modernas de estos cuentos).
                  
 

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