Comenzó la cuenta atrás…Todos los días se
hacían eternos hasta que, por fin, llegó el esperado y ansiado viernes, cargado
de ilusiones y maletas a punto de reventar.
Todos puntuales cuando llegó el autobús a
dirigirse al aeropuerto de donde saldría el avión con destino a la que sería nuestra
ciudad durante seis días: Roma. El aeropuerto fue un poco caos, que si maleta
por allí, maleta por acá y lo mejor fue el control que tuvimos que pasar porque
por poco nos tenemos que desnudar allí. Pero después de tres horas de avión ya
podíamos decir que estábamos en Roma. Una vez allí recogimos las maletas
bastante rápido (Ironía ON). Cuando llegamos a la hospedería, es decir, nuestra
casa romana, dejamos las maletas y empezamos el recorrido a pie, pero valió la
pena porque las imágenes nocturnas de Roma son espectaculares.
El resto de los días pasaron con fluidez,
excepto las noches, porque una de las cosas que he aprendido en Roma es que en
una habitación de dos personas puede haber doce y que una profesora no se dé
cuenta. Pero una de las mejores experiencias que hemos vivido y creo que no me
confundo es el día en Florencia porque he de admitir que es una maravillosa
ciudad. Por desgracia, todo lo que empieza, acaba y el día 31 de enero a las
cuatro y media a todos nos dio mucha pena marcharnos de la ciudad en la que tan
buenos momentos habíamos pasado con gente estupenda.
Para terminar tengo que decir que ¡VIVA EL PAPA!y ¡NO PHOTOS, NO PICTURES!
PD: EUGENIO, EUGENIO.
Víctor Manuel Cabrera Gordillo, alumno de 4º ESO A.
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