El Autor Calr Amery ha escrito un libro con
este título inquietante. Lo que sigue es una reflexión personal a partir de sus
tesis. La solución final de Hitler fue un producto de su pensamiento, de su
persona, que, en definitiva, dependía de factores históricos e ideológicos que
coincidieron en él. Su obra, Mi lucha,
es un mal escrito, un refrito de teorías de su tiempo, una serie de impresiones
y prejuicios mal redactados, pero que tienen como piedra angular una serie de
dogmas que pueden repetirse. Podemos acercarnos a una nueva solución final,
pero de otro modo. La historia no se repite, sino que se desenvuelve desde los
mismos esquemas. La teoría básica de Hitler es una mal digerida teoría de la
evolución adaptada a la evolución histórica del hombre. Piensa el autor que
existe una raza superior a las
demás, concepto, por lo demás, desmentido por la
antropología. Y que esa raza tiene que dominar el mundo por medio de la
extinción de las razas humanas inferiores, igual que las demás especies humanas
han desaparecido por la superioridad del Homo sapiens. Esto no se sostiene ni
científica ni filosóficamente. No es más que un prejuicio para justificar un
sentimiento de superioridad sin sentido. Pero esa raza superior está amenazada
por los gérmenes o bacterias que pueden terminar con ella. Y la única tarea que
nos queda para acabar con los gérmenes es la de la desinfección. Y en esto
consiste el exterminio. Y para Hitler los judíos representan esa infección, de
ahí que sea necesario el exterminio total. Es necesario acabar con la bacteria
para que la reina, la clase superior triunfe. Por eso no sólo son los judíos,
sino todos aquellos que amenazan la superioridad de la reina y su desarrollo:
los discapacitados, los enfermos, los marginados, los gitanos, los
homosexuales, los comunistas…y así. En esto consiste el plan de exterminio de
Hitler. El gran dictador fascista, aun sabiendo ya perdida la guerra, sigue con
su plan de exterminio, porque ésa es su gran obra.
Y, ¿qué tiene esto que ver con la
actualidad? Pues pienso, y lo he dicho muchas veces, que estamos pasando de un
fascismo económico a un fascismo político. El neoliberalismo que se instauró
hace cuarenta años ha ido progresivamente triunfando, se ha instalado en
nuestras consciencias y se ha convertido en un pensamiento único, además de
haber acabado con la política. Si el mercado, y los especuladores a través de
sus corporaciones son los que dirigen los destinos de los estados, se acabó la
política y, con ella, la democracia. Y esto es lo que está ocurriendo entre
otras cosas. Nuestros políticos, a nivel europeo o mundial, sólo les queda
decir que “no hay alternativas”. Y eso es lo mismo que decir, que ellos no son,
que se lo dicen otros que son los que en realidad mandan. Son el vehículo de
transmisión de decisiones que no toman ellos. Y ellos son nuestros
representantes, luego, se acaba con la política y la democracia. Y, ¿cuáles son
los dictados de esos poderosos? Pues recortar la riqueza de la clase media o
acabar con la clase media a la que consideran una advenediza. Ellos se
consideran los hombres superiores. El planeta está en serio peligro, el
problema ecológico, hay que asegurarse el futuro y el dominio del pastel,
porque no hay pastel para todos. Arremeten contra la clase media porque quieren
acabar con ella. La quieren esclavizar, de hecho, ya lo hacen. Si no hay
política ni democracia, las leyes no emanan del pueblo, sino de estos señores
poderosos a los que obedecemos y consentimos, porque tiempo hemos tenido de
quitárnoslos de encima, pero caímos en el gran engaño del posmodernismo y el
ultraliberalismo salvaje y sin bridas del consumo fácil, nihilista y hedonista.
En definitiva, nosotros también consentimos el mal. Dejamos que creciera y se
convirtiera en un monstruo. Pues de lo que se trata es de eliminar la clase
media porque nos consideran inferiores. Nos irán privando de todos nuestros
derechos adquiridos por medio de la lucha social e intelectual. Perderemos la
educación, la sanidad (esto es un plan de exterminio, cada vez que se alargan
las listas de espera hay quien lo paga con la muerte: en definitiva, la
supervivencia del más fuerte.) La educación para el que la pague. La pública,
simplemente para tener recogido al personal y adoctrinarlo en los dogmas del
sistema. Perderemos dinero y capacidad adquisitiva. Se aumentará nuestro
horario laboral hasta que se trabaje hasta la extenuación a cambio de un
consumo de supervivencia. Tampoco quedará mucho sobre la tierra para consumir.
La energía, los alimentos y el agua se acaban. Hay que repartirlo entre unos
pocos poderosos. Y esto no hace más que empezar. Estos poderosos planean sobre
la clase media su exterminio, su conversión en proletariado y
lumpenproletariado, los que se han caído del sistema, los miserables y
apestados de la tierra. Ya hay miles de millones y millones de muertos por
guerras ecológicas. Pero, para los poderosos esto no tiene importancia, no es
más que cuestión de supervivencia. Y sobrevive el fuerte que es el más rico. Un
nuevo neodarwinismo ideológico, ramplón, pero que les justifica sus crímenes,
su plan de exterminio al modo del Informe
Lugano de Susan George. Éste es el futuro que nos aguarda y que se irá
desarrollando a lo largo de décadas. Es la quiebra del capitalismo global en el
que los escenarios futuros pueden ser múltiples. Sólo cabe una esperanza, la
rebelión del pueblo empezando por la desobediencia civil.
Juan Pedro Viñuela, profesor de Ética y
Filosofía del IES "Meléndez Valdés".
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