sábado, 20 de octubre de 2012

MAGISTER DIXIT: AUSCHWITZ, ¿COMIENZA EL SIGLO XXI? HITLER COMO PRECURSOR



       El Autor Calr Amery ha escrito un libro con este título inquietante. Lo que sigue es una reflexión personal a partir de sus tesis. La solución final de Hitler fue un producto de su pensamiento, de su persona, que, en definitiva, dependía de factores históricos e ideológicos que coincidieron en él. Su obra, Mi lucha, es un mal escrito, un refrito de teorías de su tiempo, una serie de impresiones y prejuicios mal redactados, pero que tienen como piedra angular una serie de dogmas que pueden repetirse. Podemos acercarnos a una nueva solución final, pero de otro modo. La historia no se repite, sino que se desenvuelve desde los mismos esquemas. La teoría básica de Hitler es una mal digerida teoría de la evolución adaptada a la evolución histórica del hombre. Piensa el autor que existe una raza superior a las 
demás, concepto, por lo demás, desmentido por la antropología. Y que esa raza tiene que dominar el mundo por medio de la extinción de las razas humanas inferiores, igual que las demás especies humanas han desaparecido por la superioridad del Homo sapiens. Esto no se sostiene ni científica ni filosóficamente. No es más que un prejuicio para justificar un sentimiento de superioridad sin sentido. Pero esa raza superior está amenazada por los gérmenes o bacterias que pueden terminar con ella. Y la única tarea que nos queda para acabar con los gérmenes es la de la desinfección. Y en esto consiste el exterminio. Y para Hitler los judíos representan esa infección, de ahí que sea necesario el exterminio total. Es necesario acabar con la bacteria para que la reina, la clase superior triunfe. Por eso no sólo son los judíos, sino todos aquellos que amenazan la superioridad de la reina y su desarrollo: los discapacitados, los enfermos, los marginados, los gitanos, los homosexuales, los comunistas…y así. En esto consiste el plan de exterminio de Hitler. El gran dictador fascista, aun sabiendo ya perdida la guerra, sigue con su plan de exterminio, porque ésa es su gran obra.

    Y, ¿qué tiene esto que ver con la actualidad? Pues pienso, y lo he dicho muchas veces, que estamos pasando de un fascismo económico a un fascismo político. El neoliberalismo que se instauró hace cuarenta años ha ido progresivamente triunfando, se ha instalado en nuestras consciencias y se ha convertido en un pensamiento único, además de haber acabado con la política. Si el mercado, y los especuladores a través de sus corporaciones son los que dirigen los destinos de los estados, se acabó la política y, con ella, la democracia. Y esto es lo que está ocurriendo entre otras cosas. Nuestros políticos, a nivel europeo o mundial, sólo les queda decir que “no hay alternativas”. Y eso es lo mismo que decir, que ellos no son, que se lo dicen otros que son los que en realidad mandan. Son el vehículo de transmisión de decisiones que no toman ellos. Y ellos son nuestros representantes, luego, se acaba con la política y la democracia. Y, ¿cuáles son los dictados de esos poderosos? Pues recortar la riqueza de la clase media o acabar con la clase media a la que consideran una advenediza. Ellos se consideran los hombres superiores. El planeta está en serio peligro, el problema ecológico, hay que asegurarse el futuro y el dominio del pastel, porque no hay pastel para todos. Arremeten contra la clase media porque quieren acabar con ella. La quieren esclavizar, de hecho, ya lo hacen. Si no hay política ni democracia, las leyes no emanan del pueblo, sino de estos señores poderosos a los que obedecemos y consentimos, porque tiempo hemos tenido de quitárnoslos de encima, pero caímos en el gran engaño del posmodernismo y el ultraliberalismo salvaje y sin bridas del consumo fácil, nihilista y hedonista.     En definitiva, nosotros también consentimos el mal. Dejamos que creciera y se convirtiera en un monstruo. Pues de lo que se trata es de eliminar la clase media porque nos consideran inferiores. Nos irán privando de todos nuestros derechos adquiridos por medio de la lucha social e intelectual. Perderemos la educación, la sanidad (esto es un plan de exterminio, cada vez que se alargan las listas de espera hay quien lo paga con la muerte: en definitiva, la supervivencia del más fuerte.) La educación para el que la pague. La pública, simplemente para tener recogido al personal y adoctrinarlo en los dogmas del sistema. Perderemos dinero y capacidad adquisitiva. Se aumentará nuestro horario laboral hasta que se trabaje hasta la extenuación a cambio de un consumo de supervivencia. Tampoco quedará mucho sobre la tierra para consumir. La energía, los alimentos y el agua se acaban. Hay que repartirlo entre unos pocos poderosos. Y esto no hace más que empezar. Estos poderosos planean sobre la clase media su exterminio, su conversión en proletariado y lumpenproletariado, los que se han caído del sistema, los miserables y apestados de la tierra. Ya hay miles de millones y millones de muertos por guerras ecológicas. Pero, para los poderosos esto no tiene importancia, no es más que cuestión de supervivencia. Y sobrevive el fuerte que es el más rico. Un nuevo neodarwinismo ideológico, ramplón, pero que les justifica sus crímenes, su plan de exterminio al modo del Informe Lugano de Susan George. Éste es el futuro que nos aguarda y que se irá desarrollando a lo largo de décadas. Es la quiebra del capitalismo global en el que los escenarios futuros pueden ser múltiples. Sólo cabe una esperanza, la rebelión del pueblo empezando por la desobediencia civil.


      Juan Pedro Viñuela, profesor de Ética y Filosofía del IES "Meléndez Valdés". 

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