En un pueblo rural de la España profunda, tras la
muerte de su marido, Bernarda somete a sus hijas a un luto extremo. Son cinco (Amelia,
Adela, Magdalena, Angustias y Martirio), jóvenes y están deseosas de
conocer el mundo. Por un lado, Angustias, la mayor, se promete con Pepe, el Romano;
y por otro, éste mantiene un romance clandestino con Adela, la menor de las
hermanas.
Una noche, cuando Pepe estaba con Adela,
Martirio los descubrió, y toda la casa despertó. Pepe huyó y Bernarda tras él
con una escopeta. Tras un tiro fallido, la madre mintió al decirle que lo había
matado. Adela, después de enterarse, se suicida, sumiendo a Bernarda y a sus
hijas en el mayor silencio.
El personaje de Bernarda destaca entre todos
ellos por su fuerte carácter y es la protagonista principal.
Los temas principales son la apariencia, el
odio, la envidia, la instransigencia, el poder, el dinero y el deseo de libertad. La maestría del diálogo
es indudable. Y de la misma manera, el simbolismo.
Me ha
gustado porque es un ejemplo de la sociedad de principios del siglo XX, anclada
en el pasado. Le pondría un diez
sin reparos a esta obra.
En cuanto a las preferencias a la hora de
leer, prefiero libros de teatro como los de Lorca aunque también me gustan los
de fantasía y de acción como “Los juegos
del hambre”.
Juan
Manuel Suárez Pavón, alumno de 1º de Bachillerato A.
LA PONCIA: ¡Cómo han puesto la solería!
BERNARDA:
Igual que si hubiera pasado por ella una manada de cabras. (La Poncia
limpia el suelo) Niña, dame
un abanico.
AMELIA:
Tome usted. (Le da un abanico
redondo con flores rojas y verdes.)
BERNARDA: (Arrojando el abanico al suelo) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a
respetar el luto de tu padre.
MARTIRIO:
Tome usted el mío.
BERNARDA:
¿Y tú?
MARTIRIO:
Yo no tengo calor.
BERNARDA:
Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de
entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con
ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi
abuelo. Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. En el arca tengo veinte
piezas de hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede
bordarlas.
MAGDALENA:
Lo mismo me da.
ADELA: (Agria) Si no
queréis bordarlas irán sin bordados. Así las tuyas lucirán más.
MAGDALENA:
Ni las mías ni las vuestras. Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos
al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.
BERNARDA:
Eso tiene ser mujer
MAGDALENA:
Malditas sean las mujeres.
BERNARDA:
Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y
aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que
nace con posibles.
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