En principio, veremos un texto que fue ganador del I Concurso de Relato Corto para jóvenes "Stop Violencia de Género" de Ribera del Fresno (Badajoz) de 2017. La ganadora es María Redondo Peralta, alumna de primero de Bachillerato C. Enhorabuena por los dos galardones.
TRANSPARENTE
Bueno...querido lector...y ahora, ¿Qué toca contar, si los periódicos y revistan lo dicen todo? Soy joven, y además, mujer. Ahora no sé qué se le pasará a usted por la cabeza, pero...¿Lo entiendes? Es algo delicado, créame, pero hay que decirlo. Además, hay que decirlo muy fuerte. ¡NO MÁS! No es algo que a mí, personalmente, me haya ocurrido, pero a miles de mujeres sí. Se llama violencia de género. Detenidamente le voy a explicar sin más miramientos cómo puede ser la vida de una pobre mujer que aguanta esta increíble aberración.
Hoy, exactamente hoy, es un día cualquiera. La sombra negra, cada día más genera, se acerca, cada vez más a la mía, sombra blanca. Hoy llueve, qué se le va a hacer. Ayer hubo sol, y sí, la cosa estuvo más calmada. Después de volver a trabajar, la sombra se acerca otra vez, hoy no ha trabajado. ¿Esto es el mundo al revés? ¡Zas! Mi sombra amargada ha cambiado de color, de tono, blanco, puro ...a transparente. Me dijeron cuando era pequeña, que cada color representaba un sentimiento. Ahora que soy transparente...¿No tengo sentimientos?
Han pasado tres días. La sombra negra me dice que es un superior a mí. Me dice que le haga la comida, las tareas de la casa... Hoy hace un día soleado. ¿Por qué no salir a dar una vuelta? No me deja. Estoy harta. Harta de soportar todo esto. Mis ojos están hinchados de llorar, llorar y no parar. Pena, desconsuelo, aflicción, amargura, melancolía, pesadumbre, quebranto, tribulación, desdicha...nostalgia. Nostalgia de mi vida anterior, porque tristemente ya había muerto. Decidí llamar al 016, la sombra de aquellas personas es blanca. Albo, níveo, nevado. Nunca me arrepentiré de hacerlo. No me gustaría pensarlo, pero afortunadamente, me salvé de ser una sombra roja.
5 DÍAS
Lunes.12.00 del mediodía. Los rayos solares atraviesan con valentía el comedor de su casa. El jarrón con flores que está justo en medio de la mesa intenta no perder el equilibrio ante el vaivén del aire que lo mueve. La cesta con fruta le ofrece a la sala aromas dulces y cítricos, propios de la primavera que le cierra la puerta al invierno, que tirita con recelo épocas pasadas.
Martes. 15.00. Un niño llora en la esquina de la sala. Se tapa la cara, no quiere que le reconozcamos. Pretende ser invisible a todo lo que ocurre, pero resulta lo contrario. Los cuadros se han caído, un gran estruendo los ha partido en dos. La puerta ha sido agredida y presenta importantes rasguños y cortes de arma.
Miércoles.18.00. La tarde ha llegado. La merienda rueda por el suelo, e intenta escabullirse debajo de los armarios ante las inminentes pisadas del humano. Suenan gritos y amenazas al compás irregular de un látigo de cuero, el señor no es domador, sino fiera. La bombilla ha explotado y con ella las ideas para escapar de tal situación.
Jueves.20.00. Está oscureciendo. La lámpara ya no cuelga del techo, reposa en añicos sobre la sucia alfombra. La mezcla de alcohol y tabaco no forman una agradable pareja y penetran en una mujer desorientada y abatida. Los libros de las estanterías se han quedado sin palabras y en la chimenea arden las falsas esperanzas de salir adelante.
Viernes. 24.00. Se ha ido la luz. Una chica yace sobre el suelo; es humana, no objeto. En su mano derecha sostiene la rabia enfurecida, mezclada con el desaliento de su desgarrado último grito y el desconsuelo de un hijo que ve como lo deja en este mundo con tristes cantos de pena y olvido.
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