miércoles, 8 de enero de 2025

REPRESENTACIÓN TEATRAL DE "BAJARSE AL MORO" DE JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS


 

REPARTO (por orden de intervención):

 

CHUSA: África Vera Jiménez. 

ELENA: Mari Carmen Cuello Pereira. 

JAIMITO: Eneko Silva Pavón.

ALBERTO: Mario Aguado de la Corte.

DOÑA ANTONIA: María Castaño Cumbreño. 

ABEL: José Cabanillas Granado. 

NANCHO: Gonzalo Mancha Godoy. 

VOZ EN OFF: Valero García Cuéllar. 

 

ACTO PRIMERO

 

Escena primera

 Habitación destartalada en una calle céntrica de Hornachos. Posters por las paredes y un colchón en el suelo cubierto de almohadones. En un rincón una señal de tráfico, y en el otro una jardinera municipal. Sobre ella una jaula con un hámster. En el centro una mesita y unos sillones de mimbre de antes de la guerra. Además hay tiestos y otros cachivaches inesperados. A la derecha, formando un recodo, se ve la puerta que da a las escaleras de salida a la calle. A la izquierda, una ventana por la que entran los ruidos de la ciudad. Y al fondo, una cocinilla, una puerta que da al lavabo, y otra que da a un cuarto pequeño. Por las paredes anda una flauta, un mantón de manila, unos bafles que no suenan, un armario, una colección de llaves, la cara de Lennon, el espejo de la Cenicienta y un horóscopo chino. Y, sin embargo, a pesar del aparente desorden, hay algo acogedor, relajante y bueno para lo que están mal de los nervios; porque es un lugar tranquilo y pacífico donde el caos que uno lleva dentro se encuentra lógico y con ganas de tomar asiento. Al comenzar nuestra historia, en escena está JAIMITO, un muchacho delgaducho de edad indefinida, haciendo sandalias de cuero. Suena “Los Chunguitos” en un casette. Es la una de la tarde y entra el sol por la ventana de la habitación. 

  (Se abre la puerta de la calle, y aparece la cabeza de CHUSA, veinticinco años, con cara de pan y gafas de aro). 

CHUSA: ¿Se puede pasar? ¿Estás visible? Que mira, esta es Elena, una amiga muy maja. Pasa, pasa, Elena. 

(Entra, y detrás Elena, con una bolsa en la mano, guapa, de unos veintiún años, la cabeza a pájaros y buena ropa). 

Este es Jaimito, mi primo. Tiene un ojo de cristal y hace sandalias. 

ELENA (Tímidamente): ¿Què tal?

JAIMITO: ¿Quieres también mi número de carnet de identidad? ¡No te digo! ¿Se pueden saber dónde has estado? No viene en toda la noche, y ahora tan pirada como siempre. 

CHUSA: He estado en casa de esta. ¿A que sí, tú? No se atrevía a ir sola a por sus cosas por si estaba su madre, y ya nos quedaos allí a dormir (Saca cosas de comer de los bolsillos) ¿Quieres un bocata?

JAIMITO (Levantándose del asiento muy enfadado, con la sandalia en la mano). NI bocata ni leches. Te llevas las pelas, y la llave, y me dejas aquí colgao, sin un duro…¿No dijiste que ibas a por papelillo?

CHUSA: Iba a por papelillo, pero me encontré a esta, ya te lo he dicho. Y como estaba sola…

JAIMITO: ¿Y esta quién es?

CHUSA: Es Elena. 

ELENA: Soy Elena. 

JAIMITO: Eso ya lo he oído, que no soy sordo. Elena. 

ELENA: Sí, Elena.

JAIMITO: Que quién es, de qué va, de qué la conoces…

CHUSA: De nada. Nos hemos conocido anoche, ya te lo he dicho. 

JAIMITO: ¿Otra vez? ¿Qué me has dicho tú a mí, a ver?

CHUSA: Que es Elena, y que nos conocimos anoche. Eso es lo que te he dicho. Y que estaba sola. 

ELENA (Se acerca a JAIMITO y le tiende la mano, presentándose). Mucho gusto. 


(JAIMITO la mira con cara de pocos amigos, y le da la sandalia que lleva en la mano; ella la estrecha educadamente). 

 

JAIMITO: ¡Anda qué…! Lo que yo te diga. 

CHUSA (A ELENA): Pon tus cosas por ahí. Mira, ese es el baño, ahí está el colchón.  Se va a quedar a vivir aquí. 

JAIMITO: Sí, encima de mí. Si no cabemos, tía, no cabemos. A todo el que encuentra lo mete aquí. El otro día al mudo, hoy a esta. 

CHUSA: No seas borde. 

ELENA: No quiero molestar. Si no queréis, no me quedo y me voy.

JAIMITO: Eso, no queremos. 

CHUSA (Enfrentándose a él): No tiene casa. ¿Entiendes? Se ha escapado. Si la cogen por ahí tirada...No seas facha. ¿Dónde va a ir? No ves que no sabe, además. 

JAIMITO: Pues que haga un cursillo, no te jode. Yo lo que digo es que no cabemos. Y no digo más. 

CHUSA: Solo es por unos días, Hasta que se baje al moro conmigo. 

JAIMITO: ¿Qué se va a bajar al moro contigo? Tú desde luego tienes mal la caja. 

CHUSA: ¡Bueno! (Se desentiende de él y va hacia la cocina): ¿Quieres un té, Elena?

ELENA: Sí, gracias; con dos terrones. 

 

(Se sienta cómodamente para tomar el té. JAIMITO la mira cada vez más preocupado, y CHUSA canturrea desde la cocina mientras calienta el agua). 

JAIMITO: ¿Y por qué va a llevarla? Quieres que nos cojan, ¿no?

CHUSA (desde la cocina): Será que me cojan a mí, porque a ti, ahí sentado…

JAIMITO: Oye, no sé a qué viene eso. Sabes muy bien que no voy por lo de la cara sospechoso. Pero yo vendo, ¿no? ¿ O me echas algo en cara?

CHUSA: Lo único que te digo es que se va a venir conmigo, para sacar pelas. Y ya está. 

JAIMITO: Pues que venda aquí si quiere, pero ir, no. Si es una cría. 

ELENA: Es que como quiero viajar…

JAIMITO: Pues hazte un crucero, tía. ¿Pero tú le has explicado do a esta de qué va el rollo? A ver si se cree que esto es ir de cachondeo con Puente Cultural. 

CHUSA (De la cocina, con el té): Tú no metas; eso es cosa mía. ¿Con mucho azúcar has dicho, Elena? 

ELENA: Dos terrones. 

CHUSA: Es que no tenemos terrones aquí. 

ELENA: Bueno, pues regular de azúcar. Es que engorda. Trae, me la echo yo. ¿Sacarina no tenéis?

CHUSA: No. 

ELENA: ¿Y la cucharilla, para darle vueltas?

JAIMITO: Trae, te voy las vueltas con el dedo. 

CHUSA (Cortándole): ¡Venga tú! (A Elena). Mete la parte de atrás de la cuchara (A JAIMITO). ¿Tú quieres?

JAIMITO (Seco). No. 

 

(Beben las dos mientras él, malhumorado, vuelve a su trabajo con las sandalias). 

 

ELENA: ¿Saco las cosas?

CHUSA: Sí. No las pongas ahí. Ese es el rincón de Alberto; no le gusta que le desordenen ni le toquen nada. Ya le conocerás luego. Está chachi, te va a gustar. Es muy alto, fuerte, moreno, con una pinta que te caes. ¡Ah! Ese es Humphrey, el hámster. Le encanta la lechuga. 

ELENA (Al mirar al rincón de ALBERTO ve una porra sobre un mueble). Parece una porra (Se acerca y la coge). Oye, es igualita que la que llevan los…

JAIMITO (A CHUSA, que está llevando lo del té a la cocina): Me vas a acabar metiendo en un mal rollo por tu alma de monja recogetodo que tienes. Bueno, ¿y las pelas para el billete?

CHUSA (Desde la cocina): Las pones tú, que para eso te quedas dándole a las sandalias mientras yo ando de safari jugándomela. 

JAIMITO: A ti hoy la goma de la olla no te cierra. ¿Quién organiza aquí, eh? ¿Y quién controla para que todo salga bien?

CHUSA (Volviendo de la cocina): Santa Rita (A ELENA ahora, al verla con la porra en la mano). No toques eso; es de Alberto. Se mosquea rápido en cuanto nota que alguien ha andado ahḉi. Mete tus cosas aquí, en mi armario. 

ELENA: Es que es igualita. ¿Os habéis fijado cómo se parece a las que lleva la…?

JAIMITO (Cortándola): ¿Qué es eso?

ELENA: ¿Esto? Pues ya he dicho, estaba aquí, que se parece a las…

JAIMITO: No, eso. Eso que llevas debajo del brazo. 

ELENA: ¿Esto? El País. El País de hoy. ¿Por qué?

JAIMITO: Tú eres una tía tela de rara. ¿Por qué compras tú el periódico, a ver? ¿Estás buscando piso?

ELENA: Es que mi madre, siempre que me escapo, manda una foto a El País, con un anuncio para que me encuentren. A ver si ha salido...(Hojea al periódico ante la mirada sorprendida de los otros dos). Sí, mira, aquí está. 

JAIMITO: ¿Esta eres tú? Pues si te tienen que encontrar por la foto…

CHUSA: La verdad, no te pareces en nada. 

ELENA:  es de cuando era pequeña. Hace mucho que no me hago fotos. Salgo muy mal yo en las fotos. 

JAIMITO: Sí sales mal, sí. Tienes cara de loca. 

ELENA: Como estoy de frente...y luego el papel.

CHUSA (Leyendo el pie de la foto): “Vuelve a casa hija, que te perdono. Tu madre”. 

ELENA (Recortando el trozo de periódico): Hago colección. 

JAIMITO: ¿Y  no tienes padre, o ese no te busca?

ELENA: No, padre no tengo. 

CHUSA: Yo tampoco tengo padre. Es mejor. 

 

(Se abre de pronto la puerta de la calle y entra a todo correr ALBERTO, el otro habiante del piso, vestido de policía nacional. Tienes unos veinticinco años, alto, y buen presencia. ELENA se queda blanca al verle). 

 

ALBERTO:  ¡La policía! ¡La policía, tíos! ¡Rápido, que vienen! ¡Tirar al wáter lo que tengáis! ¡Han salido de comisaría a hacer un registro, no vaya a ser aquí, que venían para esta zona! (En este momento se da cuenta de la presencia de ELENA). 

CHUSA: Es  una amiga. Oye, no sé qué vamos a tiar, si no tenemos nada (A JAIMITO). ¿Te queda algo?

JAIMITO: Una china grande, pero no la tiro, que es lo único que nos queda. Rápido, tú (A ELENA). A practicar. Toma, métetela donde no te la encuentren…

ELENA (Retrocede asustada sin atreverse a cogerlo): ¡Yo no sé!

CHUSA: ¡Trae! (Coge la china y se mete en el lavabo)

JAIMITO (A ALBERTO, señalando a ELENA). Se la ha encontrado. 

ALBERTO: Pues porque estoy de guardia, por qué va a ser. 

(Va a la ventana, la abre y mira fuera. Luego cierra). 

No se ve nada raro. Yo me largo de todas formas, no sea que...¿Qué hay de comer?

JAIMITO: Ahora iba a bajar a a compra. Se largo la Chusa anoche y me dejó sin un clavo. 

ALBERTO: Salgo a las tres, así que a y cuarto o así estoy aquí. 

 

(Va hacia la puerta, mientra CHUSA sale del lavabo. En este momento llaman con golpes fuertes. Todos se esconden donde pueden en un movimiento reflejo. Vuelve a golpear más fuertes aún). 

 

VOZ FUERTE DE MUJER: ¡Abrir de una vez! ¡ALBERTO! ¡Abre!

ALBERTO: Parece mi madre. 

 

(Abre la puerta y entra la señora ANTONIA, madre de ALBERTO, gorda y dicharachera. Nada más entrar, empieza a dar golpes con el bolso a su hijo). 

 

DOÑA ANTONIA: ¿Se puede saber qué haces ahí, golfo, más que golfo? Ya estás otra vez con esta panda?¡He ido a llevarte el bocadillo a la comisaría y nada!¡La puerta de la comisaría vacía, sin nadie, y tú aquí! ¡Ya te voy a dar yo a ti…!

ALBERTO (Tratando de sujetarle el bolso): Pero mamá, solo he venido a por la porra, de verdad, que se me había olvidadado. 

JAIMITO: No se ponga así, señora, que no nos comemos a nadie ni tenemos la lepra. 

DOÑA ANTONIA: ¿Y por qué no abríais, eh, degeneraos? Seguro que os estabais drogando bien a gusto, ahí, con las jeringuillas. ¡Si estuviera aquí tu padre ya te ibas a enterar tú, sinvergüenza! ¡Eso es lo que eres!

CHUSA: Señora, no es para tanto. Puede mirar lo que quiera. 

JAIMITO: La ha tomado con nosotros. 

ALBERTO: Mamá, que no. No te enteras. No abríamos porque creíamos que era la policía. Por eso. 

DOÑA ANTONIA: ¿La policía? (Esconde el bolso en medio de un gran sofoco que le entra). ¡La policía! ¡Que viene la policía!

ALBERTO: ¡Que no! Que creíamos que era, pero que no era...(Se da cuenta de la reacción de su madre). ¿Qué esconde ahí?...A ver...Seguro que ya ha estado otra vez con lo mismo. ¡Traiga aquí!

 

(Le quita el bolso de un tirón, muy en policía, y ella trata de impedir que vea lo que hay dentro). 

 

DOÑA ANTONIA: ¡No, no, de verdad que  no…! ¡Dámelo ahora mismo, que es mío!

 

(Abre ALBERTO el bolso y empieza a sacar montones de baberos  de niño ante la mirada divertida de los demás). 

 

ALBERTO: ¡Madre! ¿No ve que me va a comprometer si la cogen?

DOÑA ALBERTO: Es una enfermedad, hijo, ya te lo dijo el médico. Es como el que tiene gripe, qué le vamos a hacer. Pruebas que nos manda Dios. 

ALBERTO (Muy duro): ¡Qué enfermedad ni qué leches!

CHUSA: Deja a tu madre, que haga lo que le dé la gana, que ya es mayorcita. No te pongas en policía con ella. 

ALBERTO: Es que me va a meter en un follón. Cualquier día me toca ir a detenerla, fíjate el numerito. Vamos a salir en los periódicos. 

JAIMITO: Como esta (Por ELENA). Le pone la madre anuncios para que vuelva. Enséñales la foto, anda.

ALBERTO: Además roba cosas que no valen para nada. Ahora le ha dado por los baberos. ¿Por qué ha cogido todos esos baberos, eh? ¿Es que no tenemos ya bastantes en casa? Toda la casa llena de baberos, montones de baberos. Debajo de la cama, baberos. En la cocina, baberos. En el frigorífico, baberos. 

JAIMITO: Podíais poner una babería. 

ELENA: ¿Y eso qué es?

CHUSA: Está de coña (A ALBERTO, que mira ahora de mala manera a JAIMITO por la broma). Venga, no le des importancia, que no es para tanto. Y vamos a guardarlos, a ver si van a venir y nos detienen por lo que hemos hecho. 

JAIMITO: O también podíamos poner una guardería. 

 

(Coge un babero y se lo pone. ALBERTO se lo quita de un tirón. CHUSA ayuda mientras tanto a DOÑA ANTONIA a guardar los que se le han caído por el suelo). 

 

DOÑA ANTONIA: ¿Quién es? (Por ELENA). 

JAIMITO: Se la ha encontrado esta. Como usted los baberos. 

ALBERTO: Bueno, ya¿eh?¡Basta de cachondeos con mi madre, que saco la porra!

JAIMITO: ¡A ver si te vas a mosquear ahora conmigo, madero, que eres un madero!

 

(Mira ALBERTO con tristeza a tu amigo, acusando el golpe. Luego mira su reloj). 

 

ALBERTO: Me tengo que ir, no se den cuenta. Ya no creo que venga, no sería aquí. Cualquier día me vais a meter en un lío entre todos...(Mira a JAIMITO): “¡Madero!” Encima. 

JAIMITO: Espera, bajo contigo, así me tomo un café, que estoy en ayunas (Le da un golpe amistoso en el hombro). Y no te mosquees, que te mosqueas por nada últimamente. 

 

(ALBERTO reacciona con otro golpe amistoso y salen los dos dándose puñetazos en un juego que se adivina viene de muchos años atrás). 

 

DOÑA ANTONIA: Un café a la una, qué desbarajuste (A su hijo, alcanzándole en la puerta). Toma el bocadillo, y estírate la camisa (Le da el bocadillo y le coloca la ropa). Que vas hecho un farraguas. 

ALBERTO: ¡Vale! ¿Vale! Hasta luego. 

 

(Salen y cierran la puerta. Se oyen las risas perdiéndose escaleras abajo entre ruidos que indican que siguen jugando a golpearse como dos críos. Quedan en escena las dos chicas y DOÑA ANTONIA, mirándose sin saber qué decirse). 

 

DOÑA ANTONIA (Suspirando): ¡Ay, Dios mío! ¡Qué hijos estos!

ELENA: ¿Tiene usted más? ¿Más hijos?

DOÑA ANTONIA: ¿Te parece poco con esta bala perdida? Anda, dadme un copa de coñac si tenéis por ahí, a ver si se me quita el disgusto que tengo. 

CHUSA: Se acabó usted el última día de la botella. Solo hay té. ¿Quieres té?

DOÑA ANTONIA: ¿Té? Quita, quita. Yo solo tomo té cuando me duele la tripa. ¿Y tú quién eres? No te conocía. 

ELENA: Es que soy nueva. Soy Elena. Mucho gusto. 

 

(Le da la mano. DOÑA ANTONIA se limpia la suya y se la estrecha encantada, sorprendida de los buenos modales de alguien en aquella casa). 

 

DOÑA ANTONIA: ¡Huy! Encantada, hija. Allí tienes tu casa. ¡Ay, Dios mío! Otra infeliz que cayó en el vicio, con la cara de buena que tienes. ¡En fin! (Se arregla la ropa y coge el bolso). Bueno, me voy a echar un bingo. A ver si cojo hoy un par de líneas por lo menos. A esta hora es cuando está mejor y más decente. Como está enfrente del mercado, solo señoras, amas de casa y alguna criada. 

CHUSA: Adiós, doña Antonia, que siga usted bien. 

ELENA: Adiós y encantada. 

DOÑA ANTONIA: Y a ver si venís algún sábado a las reuniones, que si cae un rayo allí no os pilla, no. Hala, adiós. 

CHUSA: ¡Puf! Menos mal. Si no es por el bingo hoy no nos la quitamos ya de encima. 

ELENA: ¿Y tenemos que ir el sábado a una reunión? ¿Qué reunión?

CHUSA: Esa es otra. Un sábado nos lió y nos llevó a una reunión de neocatecumenales. Sí, sí: “No estás solo, el Señor te guarda…”, y todo eso. 

ELENA: Está peor que mi madre. 

CHUSA: ¿También es neocatecumenal?

ELENA: Era lo que le faltaba. 

CHUSA: Pues chica, esta nos ha metido cada rollo con las catequesis que dan y eso…Como somos “drogadictos”, pero el coñac es agua bendita, eso sí. 

ELENA: ¿Y qué hacías allí el día que fuisteis?

CHUSA: Cantábamos. Cantábamos todos muy serios (Canta imitando). “Cuando el Señor dijo Sión…todos nos fuimos al pantano…”o algo así (Ríen las dos). Es peor que el telediario. 

ELENA: ¿Y el hijo también es neocatecumenal?

CHUSA: ¿Alberto? ¡Qué dices! Alberto es normal, aunque le veas así vestido de policía, es completamente normal. Bueno, también es que lleva poco tiempo. Es muy guapo, ¿no?

ELENA: No está mal, aunque así, con esa ropa, no me hago una idea. 

CHUSA: Pues a mí me encanta, chica. Con esa ropa, con cualquier ropa, y sin ropa.  Bueno, tenemos que prepararlo bien todo para el viaje. ¿Solo tiene eso?¿

 ELENA: En casa, sí, pero aquí…La falda que tengo en la bolsa, si acaso (La saca de la bolsa). Me puedo poner esta y el jersey marrón. 

CHUSA: No creo que te eches atrás, ¿no? Ahora en Semana Santa es mejor. 

ELENA: No, no, si quiero ir, pero no sé si sabré así tan pronto. Como no me lo has explicado bien, a lo mejor no sé. 

CHUSA: No hay nada que explicar. Vamos, llegamos, lo compramos y volvemos. 

ELENA: ¿Dónde cogemos el tren? ¿En Atocha?

CHUSA: Pues sí, en Atocha.

ELENA: Este pantalón es muy bonito, me lo tienes que dejar algún día. En Atocha. 

CHUSA: Sí, en Atocha. Montamos en el tren, una detrás de la otra. Antes hay que sacar los billetes (ELENA la mira sin entender por qué le dice esa tontería. CHUSA le ayuda a hacer un hueco en su armario y a colocar sus ropas, probándose algunas que le gustan). Bueno, mira: vamos primero a Algeciras, y para eso cogemos el tren en Atocha. Y luego allí, un barco nos cruzas en dos horas. 

ELENA: En el barco me mareo. Yo enseguida lo echo todo. Me pongo malísima. 

CHUSA: Si no es nada. Dos horas. No te das ni cuenta. Es peor el tren, que es un latazo. Tarda como doce horas. 

ELENA: ¿Y no cogeremos allí piojos…y cosas?

CHUSA: ¡Qué vas a coger, mujer! Bueno, a lo mejor, pulgas sí que habrá; pulgas casi seguro. 

ELENA: ¡Pulgas!

CHUSA: No pasa nada. Al día siguiente te has acostumbrando. Y si no, nos echamos limón. 

ELENA: ¿No podíamos ir a alguna poco más cara, que no hubiera pulgas?

CHUSA:  Allí hay pulgas en todos sitios.

ELENA: Tengo que decir una cosa. Chusa, soy virgen. 

CHUSA: ¿Que eres qué?

ELENA: Virgen. Que nunca he…Nunca. Ni una vez. 

CHUSA: No me estarás hablando en serio. 

ELENA: Ha sido sin querer, de verdad. Pero es que los tíos son…Se lo dices y empiezan que si tal, que si cual. No se atreven. Ya sabes cómo son de cortados para todo. ¡Se provechan de ti y luego nada!

CHUSA: Eso hay que arreglarlo enseguida. Se lo decimos esta noche a Alberto y ya está. No me hace gracia, no creas, pero qué le vamos a hacer. No vas a seguir así. ¿Te ha gustado antes, no? Pues mejor para ti. 

ELENA: Me da vergüenza. 

CHUSA: Venga, no seas tonta, que eso no es nada. No miramos. 

ELENA: ¿Pero vais a estar aquí mientras?

CHUSA: Pues claro. ¿Qué pasa?¿Te vamos a comer?

ELENA: Que me da vergüenza, de verdad. 

CHUSA: Más vergüenza tenía que darte ser virgen en dos mil veinticinco y tan mayor. Debes quedar tú sola, guapa. 

ELENA: Mi madre y yo. También es virgen, ¿sabes?

CHUSA: ¿Quién? ¿Tu madre? (ELENA asiente con la cabeza). Sí claro. Y a ti trejo la cigüeñita. Oye, ¿tú eres un poco rara o me lo parece a mí? Esta noche Alberto te pasa al gremio de las normales, no te preocupes. 

ELENA: Y yo…¿Qué tengo que hacer?

CHUSA: ¿Tampoco sabes eso? No te preocupes, que él te enseñará. Él sí que sabe; ya lo verás. Vamos a la farmacia a por algo, no te quedes embarazada a la primera de cambio y me toque encima cuidar del niño. Y menos de Alberto, guapa. No me gustaría nada, ¿sabes?

ELENA: Gracias, Chusa. Eres una tía. 

CHUSA: Una madre es lo que soy. Es mi cruz, qué le vamos a hacer. Hala, vamos. 

 

(Van a salir. Abren la puerta. CHUSA regresa desde la puerta y apaga el transistor, que estaba sonando muy bajo). 


ELENA (Desde la puerta): Tambíen así, maja, hacerlo la primera vez con un madero me da no sé qué. A ver si me va a pasar algo. Yo soy muy supersticiosa. 

CHUSA: Alberto es un tío fetén. Y lo hace todo bien: si lo sabré yo. Si te lo dejo es porque es de confianza. Y una vez nada más, ¿eh? No te vayas luego a acostumbrar. En la policía también hay tíos normales, como en todos los sitios. ¿Qué te crees, que muerden? Además, como se quitará el uniforme, ni te enteras. 

ELENA: Me imagino. Lo que faltaba era que lo hiciera con el uniforme puesto. ¡Qué escalofríos!, ¿no?

 

(Sale las dos entre risas y cierran la puerta. Oscuro)

 

ESCENA SEGUNDA

 

 

Han pasado varias horas. Son ahora la doce de la noche del mismo día. En escena, ALBERTO Y CHUSA discuten acoloradamente. 

 

ALBERTO: ¡Ah, yo no, ni hablar! A mi no me liéis. 

CHUSA: Venga tío, no seas estrecho. ¿No te gusta?

ALBERTO: No es eso. Es que una virgen es un lío. Que lo haga Jaimito. 

CHUSA: ¿Jaimito? Jaimito es un inútil para esas cosas (Le besa). Además a ella le gustas más tú. No es tonta, no creas. 

 

(Alberto pasea nervioso por la habitación, vestido como siempre con su nuevecito traje de policía). 

 

ALBERTO: Pues no me da a mí la gana, ya ves. Estamos en un país libre últimamente, ¿no? De algo tiene que servir la democracia, digo yo. Que lo haga otro. Te bajas a la calle y coges al primer salido que pase y te lo subes. ¡Tienes que ser así, de golpe, ahora mismo porque me da la gana! Pero tú qué crees que soy yo?

CHUSA: Que nos vamos dentro de nada al moro, te lo he dicho. Y no va a ir así la pobre. 

ALBERTO: A mí no me metáis en vuestros líos. Yo de todo eso no querido saber nada, ni si vais ni si dejáis de ir. Y de esto, tampoco. Somos amigos, pero cada uno de su vida, y sus cosas. El que vivamos juntos no quiere decir…

CHUSA: Deja de decir chorradas, que últimamente te metes cada rollo que no hay quien te aguante. 

 

(CHUSA trata ahora de irle quitando la ropa)

 

ALBERTO (Separándose de ella): ¡Quieta! Sin tocar, que tocando vale más dinero. No quiero y no quiero. ¡Cómo sois las tías! Os pensáis que estamos siempre dispuestos. ¡Hala, al catre! Y ya está. Y nosotros tan contentos. ¡Pero bueno!

CHUSA: Pues conmigo no le pones tantas pegas al asunto. 

 

(ALBERTO se pone tenso ante la alusión de CHUSA a sus relaciones). 

 

ALBERTO: ¿A qué viene eso ahora? Tú a veces dirás también que no, digo yo. ¿O es que te metes en la cama con todo el que te lo pide?

CHUSA: ¿Y a ti qué te importa con quién me meto yo en la cama?

ALBERTO: ¿A mí? Pero si no es eso. Yo lo digo por lo de esta tía. Que me quieres liar otra vez. 

CHUSA: ¿Otra vez, verdad? Mira, vamos a dejarlo. 

ALBERTO: Lo único que quiero decir es que tú no te acuesta con todo el que te lo pide, ¿verdad?

CHUSA: Si es así, un favor como este…Contigo siempre he querido. 

ALBERTO: Yo no necesito que nadie me haga favores de este tipo, ¿entiendes? Ni tampoco me gusta hacerlos. Era ya lo que faltaba. 

CHUSA: Eres un estúpido, eso es lo que eres. 

(Se oye llegar a ELENA y a JAIMITO por las escaleras. Están abriendo la puerta de la calle). 

 

CHUSA: Lo único que te digo es que puedes hacer lo que quieras, pero a mí no me vuelvas a hablar. 

 

(Tanto ELENA como JAIMITO han ido colocando todo encima de una mesa. Traen vasos de la cocina, abren las cervezas y empiezan a beber). 

 

ELENA (Coqueta):  Hola, Alberto, ¿qué tal?

ALBERTO (Agresivo). Yo bien, ¿por qué?

ELENA (Más coqueta aún): No, por nada. Era solo por saber cómo estabas, si estabas bien o no. 

 

(Se escucha a Los Chunguitos en una rumba flamenca apropiada para el momento. Siguen comiendo y bebiendo). 

 

JAIMITO: ¿Qué calo, no? (Se quita el jersey). Hace un calor aquí…¿Tú no tienes calor? (A ALBERTO). Quítate algo. 

ALBERTO: Qué manía habéis cogido todos con que me quite la ropa. Quitárosla vosotros si queréis. 

CHUSA: Por lo menos quítate la pistola, a ver si nos va a dar a uno. 

ALBERTO (Se la quita y la pone encima de un armario): Sin tocarla, ¿eh? Que da calambre (Risita de ELENA).

 

(JAIMITO sirve cerveza y sigue bebiendo. La música rumbera va subiendo y el clima se va calentando. Suena en esto unos golpes muy fuertes en la pared de la habitación). 

 

CHUSA: Ya está ahí el plasta ese incordiando. 

JAIMITO: Pasar de él. Que tire la casa si quiere. 

 

(Canta ahora JAIMITO la música del casette y taconea al rtimo flamenco). 


“Pues me he enamorao

y que te quiero y te quiero

y solo deseo estar a tu lado, 

soñar con tus ojos, besarte los labios, 

sentirme en tus brazos, 

que soy muy feliz. 

Si me das a elegir, 

 entre tú y la gloria, pa que hable la historia de mí

 por los siglos, 

 ay amor, me quedo contigo…”

OFF: ¡Tengo que dormir! ¡Bajen la música!

ELENA: Si solo son las doce. ¿Quién es? ¿Por qué se ponen así?

JAIMITO: Siempre está igual. 

CHUSA: Madruga el hombre, y claro…

JAIMITO: Pues que no madrugue (Sigue con Los Chunguitos).

“SI me das a elegir, 

entre tú y ese cielo,

donde libre es el vuelo,

para ir a otros nidos, 

ay amor, me quedo contigo. 

Si me das a elegir, 

entre tú y mis ideas, 

que yo sin ellas, 

soy un hombre perdido, 

ay amor, me quedo contigo.

Pues me he enamorao, 

y te quiero y te quiero,

y solo deseo estar a tu lado…”


CHUSA: Si queréis podéis meteros en el cuarto. 

ELENA: Bueno, lo que tú digas. 

ALBERTO: Al fin y al cabo la policía está al servicio del ciudadano, y esto es un servicio público. ¡Qué liantes sois! ¿Sí, los dos! Bajéis la música. Altita (Se quita la gorra y la tira al aire muy chulo, en brindis torero). Allá va, y que sea lo que Dios quiera. Va por vosotros. 

ELENA: Bueno, adiós. 

 

(Al desaparecer los dos dentro del cuarto y cerrar la puerta, JAIMITO y CHUSA se quedan con la mirada perdida en el vacío. Lo que era un juego se ha convertido en soledad). 

 

 

JAIMITO: Qué suerte tiene el tío para todo. Y encima se queja. Es maja, ¿verdad?

CHUSA: Creí que no te gustaba. 

JAIMITO: ¿A mí? Solo digo que es muy guapa, y que está muy buena. Encimase meten ahí los dos…

CHUSA: A ver. Si se mete uno solo la cosa es más difícil. 

JAIMITO: Yo creí que tú y Alberto…,vamos, que tú y él…

CHUSA: ¿Quieres dejarlo ya?

 

(CHUSA se pasea nerviosa por la habitación, y trata de distraerse haciendo algo. Coloca la mesa, mueve las sillas de sitio y hace dos o tres cosas raras más. Va a la ventana y se queda mirando al infinito).

 

CHUSA (Tratando de convencerse a sí misma ante la creciente angustia que le está entrando de pronto): Esto no tiene importancia. Es una amiga. A ver si vamos a ponernos nosotros antiguos con esta bobada.

JAIMITO (Bajando el casette): No se oye nada…¿Qué estarán haciendo?

CHUSA: Crucigramas. 


(Llaman en esto a la puerta de la calle. Va JAIMITO a abrir. Lo hace, y entra DOÑA ANTONIA, medio llorando, con un gran disgusto encima). 

 

DOÑA ANTONIA: ¡Ay, Dios mío, Dios mío! ¿Está mi hijo aquí…?

CHUSA (Intentando ocultarle): No…, me parece que no ha venido. ¿Ha venido? (A JAIMITO). 

JAIMITO: Yo desde luego no le he visto. ¿Qué ha pasado¿ ¿Se encuentra usted mal? Siéntese, mujer. Y cálmese. 

DOÑA ANTONIA: ¡Ay, Dios mío, Dios mío qué desgracia tan grande!

CHUSA (A JAIMITO): Tráele agua, o algo…

DOÑA ANTONIA (Ve la gorra de ALBERTO): ¿Y esto? ¡Está aquí! ¿Dónde está? ¡Alberto, hijo…! ¡Hijo…!

 

(Se miran JAIMITO Y CHUSA. Como la cosa parece seria deciden llamarle). 

 

JAIMITO (Llamando a la puerta del cuarto): ¡Alberto! Oye, sal. ¡Sal un momento, anda. Es tu madre!

 
(Se abre la puerta y aparece ALBERTO a medio vestir. Se acerca a su madre, que sigue ahogada del disgusto en una butaca. Todos alrededor).

 

ALBERTO: Madre, ¿qué pasa?

DOÑA ANTONIA: ¡Ay, qué disgusto, hijo mío de mi alma!

¡Dios mío, Dios mío!

ALBERTO: ¿Pero qué pasa, madre? ¿Quiere hablar de una vez? ¿Qué pasa?

DOÑA ANTONIA: ¡Tu padre, hijo, tu padre! ¡Que ha salido de la cárcel!

 

(Cara estupefacta de todos ante la noticia. Y oscuro). 

 

ESCENA TERCERA

 

(Al día siguiente, mediodía, ELENA está leyendo. JAIMITO viene de la cocina con una lata abierta comiendo. Se le acerca).

 

JAIMITO: ¿Quieres?

ELENA: No, gracias. Ya he comido. 

JAIMITO (Se sienta a su lado. Sigue comiendo). Vaya lío ayer, ¿eh? ¿Has visto a Alberto?

ELENA: No, no ha venido (Sigue leyendo). 

JAIMITO: Vaya corte que te llevarías, llegar ahí la madre, en ese momento…Y luego el jaleo ese de su padre. Le habían echado un montón de años, y de pronto a la calle. Ahora es muy difícil que te dejen estar en la cárcel. Hay que estar muy recomendado. Un amigo mío que está allí metido, come en casa, y luego duerme allí. Cuando no puede ir algún día llama por teléfono (Ve que sus intentos de ser gracioso no van por buen camino, y cambia de estrategia). Vete tú a saber…, las cosas que pasan…

ELENA: ¿De qué?

JAIMITO: De lo de virgen. 

ELENA: Ah, no importa. Otro día. 

 

(JAIMITO se quiere ofrecer, pero no saben por dónde empezar. Está violento, tartamudea. Se levanta y se sienta varias veces. Va al lavabo, y se peina). 


JAMITO: Si es que es una lata eso de ser virgen. Yo que tú, en la primera ocasión que se me presentara…Estamos solos. 

ELENA (Distraída en la lectura): Sí, Chusa dijo que vendría luego. 

JAIMITO (Se acerca. Mira el libro que ella lee) Apocalípticos e Integrados…, ¿Es buena?

ELENA: Es de Umberto Eco. Es un ensayo sobre nuestra civilización actual. El consumo…esas cosas. 

JAIMITO: Tú has estudiado, ¿no?

ELENA: Sí. Ciencias de la Educación, lo que era antes Filosofía y Letras. Este año no he aparecido por la Facultad. Es un rollo, no aprendes nada. Yo leo y estudio más por mi cuenta. Y con apuntes que me dejan los que van. Luego me examino, y lo voy sacando. Aprendes más. 

JAIMITO: ¿Y cómo te puedes examinar si te escapas de casa?

ELENA: Para los exámenes vuelvo. 

JAIMITO: ¡Ah!

ELENA: ¿Y tú, no estudias nada?

JAIMITO: ¿Yo? Yo no. Yo soy un ignorante, de verdad. No leo nada…La verdad es para vender sandalias…A mí lo que me gusta muchoes el cine. ¿Te vienes al cine?

ELENA: ¿Al cine? ¿Al cine a esta hora? ¿A qué cine, qué ponen?

JAIMITO: No sé, es igual. A cualquiera. Es por salir un rato. Nos tomamos unas cervezas y luego nos vemos una que esté bien. 

ELENA: No, de verdad. Gracias, pero no. Estoy enrollada con esto. Díselo a Chusa cuando venga, y vete con ella. 

JAIMITO: Que estás hoy muy guapa. Muy guapa, de verdad. 

ELENA: Anda, guasón, que eres un guasón. 

 

(Ella vuelve a su libro. Él abre la puerta y va a salir. En ese momento llega corriendo por las escaleras ALBERTO. Entra como un vendaval). 

 

ALBERTO: ¿Está Elena? (Entra, la ve, se acerca y le da un beso. Ella deja el libro automáticamente. JAIMITO lo mira todo desde la puerta).  Oye me he escapado un momento. Tengo que volver rápido a la comisaría (Coge la porra que está encima de su armario).  Otra vez me la he dejado ahí. Cualquier día tengo un lío por esto (Se la pone). Menudo jaleo con mi padre, chica. Está rarísimo. Serio, formal…Menudo mogollón. Bueno, que a la noche vengo. Me tengo que ir a comer con él, no tengo más remedio. Hasta luego, adiós. 

(Sale otra como un torbellino. Vuelve y habla a ELENA desde la puerta, al lado de JAIMITO que sigue allí clavado). 

 Luego seguimos donde lo dejamos anoche, ¿eh? (Le tira un beso). Tú (A JAIMITO). Guárdamela bien hasta que vuelva (Le amenaza jugando con la pistola en la funda, le da los puñetazos cariñosos de siempre en el hombre y sale. Ella queda encantada mirando hacia la puerta. JAIMITO sigue allí, violento, sin saber si irse o quedarse). 

JAIMITO: ¿Cómo es, eh? Bueno, yo también me iba. Luego vuelvo para la fiesta. ¡Adiós!
ELENA: Adiós. 

 

(Sale JAIMITO. Ella suspira, los ojos perdidos a lo lejos. Y vuelve a su libro. Oscuro). 

 

 

ESCENA CUARTA

 

Noche del mismo día. En escena, CHUSA cortándose las uñas, de muy mal humor. Se abre la puerta de la calle y entra JAIMITO cargado de nuevo con cervezas de litro, ginebra, patatas fritas, etc. 

 

JAIMITO: Ya estoy aquí. ¿Qué? ¿He tardado mucho?

CHUSA: Dos horas. Te lo puedes volver a llevar pordonde lo has traído todo, si quieres. Aquí ya no hace falta. 

JAIMTO: ¿Dónde están? ¿Se han  ido?

CHUSA ( De mala uva): Ahí. (Señala con la cabeza el cuarto). 

JAIMITO (Se queda en un momento en silencio, mirando a la puerta): ¡Joder! ¡También! Encima de que voy a por…¿Y qué hacen?

CHUSA: ¿Tú que crees?

JAIMITO (Sigue mirando descorazonado a la puerta). ¿Hace mucho que…?

CHUSA: Un rato. 

JAIMITO: No se oye nada.

CHUSA: No (Se quedan los dos en silencio. Solo se oye el cortaúñas con el que CHUSA sigue cortándose las uñas, ahora de los que pies, haciéndose todo el daño que puede). No corta, Seguro que lo has estado usando con las sandalias. 

JAIMITO: ¿Antes tampoco se ha oído nada? Haberle dicho que esperaran, ¿no?

CHUSA: Se lo he dicho. 

JAIMITO: ¿Y qué?

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