MIGUEL HERNÁNDEZ
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.
De El rayo que no cesa.
(En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como el rayo, Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy
de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera.
De angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Elegía a Ramón Sijé
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
El niño yuntero
Viento del pueblo (1936-39)
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Nanas de la cebolla
Cancionero y romancero de ausencias
Llegó con tres heridas
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
BLAS DE OTERO
De Ángel fieramente humano.
Hombre
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuando
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
despierto. Y, noche a noche, no sé cuando
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser y no ser eternos, fugitivos.
Lo eterno
Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar sus ruinas.
Rompe el mar
en el mar, como un himen inmenso,
mecen los árboles el silencio verde,
en el mar, como un himen inmenso,
mecen los árboles el silencio verde,
las estrellas crepitan, yo las oigo.
Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
vivo y mortal. Es que se siente huir
vivo y mortal. Es que se siente huir
- ese río del tiempo hacia la muerte-.
Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,
subir, a contra muerte, hasta lo eterno.
Le da miedo mirar. Cierra los ojos
subir, a contra muerte, hasta lo eterno.
Le da miedo mirar. Cierra los ojos
para dormir el sueño de los vivos.
Pero la muerte, desde dentro, ve.
Pero la muerte, desde dentro, vela.
Pero la muerte, desde dentro, mata.
Pero la muerte, desde dentro, vela.
Pero la muerte, desde dentro, mata.
...El mar –la mar, como un himen inmenso,
los árboles moviendo el verde aire,
los árboles moviendo el verde aire,
la nieve en llamas de la luz en vilo...
De Redoble de conciencia (1951)
Digo vivir
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso; airada-
mente morir, citar desde el estribo.
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso; airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito:escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
abominando cuanto he escrito:escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal:aquella fiesta brava
más inmortal:aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
De Pido la paz y la palabra (1955)
En el principio
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
me queda la palabra.
La poesía es un arma cargada de futuro
Cuando ya nada se espera personalmente
exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la
conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos,
asfixiados,
asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos
convierte
convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por
minuto,
minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que
glorifica.
glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si
nos dejan
nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado
un adorno.
un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y
evaden.
evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido
hasta mancharse.
hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos
sufren
sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis
penas
penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus
aceros.
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus
aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto
perfecto.
No es un bello producto. No es un fruto
perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro
llevamos.
y es el canto que espacia cuanto dentro
llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene
nombre.
nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
De De claro en claro (1956)
Sé que el amor existe
Abres los ojos. Silencias. Es la noche
complicada de estrellas y conjuras mentales.
Cierras los ojos. Sonríes. Es el canto;
complicada de estrellas y conjuras mentales.
Cierras los ojos. Sonríes. Es el canto;
El día que transcurre por los labios indecisos.
Me matas. Es la vida.
Me matas. Es la vida.
Te mueres. Es un ala.
Cualquier palabra sirve para nombrar el
prodigio.
En los magnéticos campos, vas y vienes sin
moverte,
moverte,
vienes y vas alternante, dando así a la luz los
misterios.
misterios.
Abres los brazos. Me entrego.
Cierras el fruto. Lo muerdo.
Abres la música y vuelan entre palmas mis
latidos.
latidos.
O te cierras, y son sierpes
en la aurora inacabable de las metamorfosis.
Abres. Cierras. Apretado
el fruto es comestible, y erótico, y violento,
y horrendamente arcaico. Y sagrado, por
arcaico.
y horrendamente arcaico. Y sagrado, por
arcaico.
Cierras. Abres. Te declaro, por alegrías
variando,
variando,
con voz pública y escándalo.
Sé que nadie nos perdona. Que desafío, si
canto.
Que la dicha es un pecado.
Vivir hacia delante mientras la vida crece,
no pensar que te acechan, hipnóticos, los iris
de los céntricos ojos de la muerte,
de los céntricos ojos de la muerte,
creer que por feliz, limpio, alígero, indemne,
transcurres inocente,
es ignorar que nunca se perdona al dichoso,
que amar es siempre dolo.
que amar es siempre dolo.
¡Cómo brillan en la mina los tesoros,
las áureas tormentas
las áureas tormentas
contenidas en un grano de ira y oro!
¡Cómo acaban
¡Cómo acaban
en cabezas de muerto los espigados gozos
y las fúlgidas sumas del maquinal insomnio!
¡Cómo somos uno en otro, sin razón,
corazonados!
y las fúlgidas sumas del maquinal insomnio!
¡Cómo somos uno en otro, sin razón,
corazonados!
No se debe (tiemblas, abres),
no se puede (cierras, dueles),
no se quiere luchar, sólo se quiere
conservar ese cuerpo felizmente evidente,
esos ojos, esos labios, esos brazos
secretamente envolventes,
conservar ese cuerpo felizmente evidente,
esos ojos, esos labios, esos brazos
secretamente envolventes,
sintiendo mansamente que allí acaba la
muerte.
muerte.
Puestos los guantes de llamas
se tocan limpiamente los turbios sentimientos.
Puesta en sí la mirada,
Puesta en sí la mirada,
Se ve sólo el amor; La vida clara;
Otros ojos reales; un orden de distancias.
Y no se pide más.
Se piden simplemente las materiales magias.
Nada más (¿será mucho?),
nada menos que vivir lo total en el momento
como todos podemos vivir, como besamos,
como amamos y erramos luminosos,
como todos podemos vivir, como besamos,
como amamos y erramos luminosos,
como yo, por ti, contigo, puedo y hago,
pese al mundo que nos burla y nos desgarra,
pese a todos los que llaman cinismo a mi
inocencia.
inocencia.
Abres los ojos. Te miro sin acabar de
encontrarte.
encontrarte.
Cierras los ojos. Te envuelvo, muriéndome por
dentro.
dentro.
Pones la noche. Te pienso.
Pones el día. Te espero.
Y en esta vida me cumplo, madurando con lo
triste.
triste.
Y aunque todo parece mentira, yo te creo.
Sé que el amor existe.
Canción de cuna para dormir a un preso
La gaviota sobre el pinar.
(La mar resuena.)
Se acerca el sueño. Dormirás,
soñarás, aunque no lo quieras.
La gaviota sobre el pinar
goteado todo de estrellas.
soñarás, aunque no lo quieras.
La gaviota sobre el pinar
goteado todo de estrellas.
Duerme. Ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
el azul de la noche inmensa.
No hay más que sombra. Arriba, luna.
Peter Pan por las alamedas.
Peter Pan por las alamedas.
Sobre ciervos de lomo verde
la niña ciega.
Ya tú eres hombre, ya te duermes,
mi amigo, ea...
Duerme, mi amigo. Vuela un cuervo
sobre la luna, y la degüella.
sobre la luna, y la degüella.
La mar está cerca de ti,
muerde tus piernas.
No es verdad que tú seas hombre;
eres un niño que no sueña.
eres un niño que no sueña.
No es verdad que tú hayas sufrido:
s
on cuentos tristes que te cuentan.
Duerme. La sombra toda es tuya, mi amigo, ea...
on cuentos tristes que te cuentan.
Duerme. La sombra toda es tuya, mi amigo, ea...
Eres un niño que está serio.
Perdió la risa y no la encuentra.
Será que habrá caído al mar,
Perdió la risa y no la encuentra.
Será que habrá caído al mar,
la habrá comido una ballena.
Duerme, mi amigo, que te acunen
campanillas y panderetas,
Duerme, mi amigo, que te acunen
campanillas y panderetas,
flautas de caña de son vago
amanecidas en la niebla.
amanecidas en la niebla.
No es verdad que te pese el alma.
El alma es aire y humo y seda.
El alma es aire y humo y seda.
La noche es vasta. Tiene espacios
para volar por donde quieras,
para volar por donde quieras,
para llegar al alba y ver
las aguas frías que despiertan,
las rocas grises, como el casco
que tú llevabas a la guerra.
La noche es amplia, duerme, amigo,
mi amigo, ea...
mi amigo, ea...
La noche es bella, está desnuda,
no tiene límites ni rejas.
no tiene límites ni rejas.
No es verdad que tú hayas sufrido,
son cuentos tristes que te cuentan.
Tú eres un niño que está triste,
son cuentos tristes que te cuentan.
Tú eres un niño que está triste,
eres un niño que no sueña.
Y la gaviota está esperando
para venir cuando te duermas.
Duerme, ya tienes en tus manos
para venir cuando te duermas.
Duerme, ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
Duerme, mi amigo...
Ya se duerme
Duerme, mi amigo...
Ya se duerme
mi amigo, ea...
De Alegría (1947)
Alegría interior
En mí la siento aunque se esconde. Moja
mis oscuros caminos interiores.
mis oscuros caminos interiores.
Quién sabe cuántos mágicos rumores
sobre el sombrío corazón deshoja.
sobre el sombrío corazón deshoja.
A veces alza en mí su luna roja
o me reclina sobre extrañas flores.
Dicen que ha muerto, que de sus verdores
el árbol de mi vida se despoja.
el árbol de mi vida se despoja.
Sé que no ha muerto, porque vivo. Tomo,
en el oculto reino en que se esconde,
en el oculto reino en que se esconde,
la espiga de su mano verdadera.
Dirán que he muerto, y yo no muero.
¿Cómo podría ser así, decidme, dónde
¿Cómo podría ser así, decidme, dónde
podría ella reinar si yo muriera?
Respuesta
Quisiera que tú me entendieras a mí sin
palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla
mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta
he de darte,
Ya se duerme
hace ya mucho tiempo aprendí hondas
razones que tú no comprendes.
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el
sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos
calientes.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta
he de darte.
Siento arder una loca alegría en la luz que me
envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también
inundándote el alma,
yo quisiera a que a ti, en lo más hondo, también
te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que
fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y
la muerte.
Si ahora yo te dijera que había que andar por
ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndote
débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños
oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba
muy verde...
Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra
y se llena de azul bajo el claro nordeste,
y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno
llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano
inocente...
Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro
candente,
qué olores, colores, sabores, contactos,
sonidos?
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus
hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la
muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu
noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin
palabras como tú me entendieses.
De Libro de las alucinaciones (1964)
Acelerando
Aquí, en este momento, termina todo,
se detiene la vida. Han florecido luces
amarillas
a nuestros pies, no sé si estrellas. Silenciosa
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia
en la noche, jadeando en la hierba,
trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca.
en la noche, jadeando en la hierba,
trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca.
Y el mar sonaba. Tal vez fuera su espectro
porque eran miles de kilómetros
porque eran miles de kilómetros
los que nos separaban de las olas,
y lo peor, miles de días pasados y futuros nos
separaban.
Descendían en la sombra las escaleras.
Dios sabe a dónde conducían. Qué más daba.
«Ya es hora
«Ya es hora
-dije yo, ya es hora de volver a tu casa.»
Ya es hora. En el portal, «Espera», me dijo.
Regresó
vestida de otro modo, con flores en el pelo.
Nos esperaban en la iglesia. «Mujer te doy.»
Bajamos
Nos esperaban en la iglesia. «Mujer te doy.»
Bajamos
las gradas del altar. El armonio sonaba.
Y un violín que rizaba su melodía empalagosa.
Y el mar estaba allí. Olvidado y apetecido
tanto tiempo. Allí estaba. Azul y prodigioso
Y el mar estaba allí. Olvidado y apetecido
tanto tiempo. Allí estaba. Azul y prodigioso
Y ella y yo solos, con harapos de sol y de
humedad.
«¿Dónde, dónde la noche aquella, la de
ayer...?», preguntábamos
al subir a la casa, abrir la puerta, oír al niño
que salía
con su poco de sombra con estrellas,
su agua de luces navegantes,
sus cerezas de fuego. Y yo puse mis labios
una vez más en la mejilla de ella. Besé hondamente.
una vez más en la mejilla de ella. Besé hondamente.
Los gusanos labraron tercamente su piel. Al
retirarme
lo vi. Qué importa, corazón. La música
encendida,
y nosotros girando. No: inmóviles. El cáliz de
una flor
gris que giraba en torno vertiginosa.
Dónde la noche, dónde el mar azul, las hojas
de la lluvia.
Los niños quiénes son, que hace un instante
no estaban, los niños aplaudieron, muertos de
risa:
«Qué ridículos, papá, mamá». «A la cama»,
les dije
con ira y pena. Silencio. Yo besé
la frente de ella, los ojos con arrugas
cada vez más profundas. ¿Dónde la noche
aquella,
en qué lugar del universo se halla? «Has sido
duro
con los niños.» Abrí la habitación de los
pequeños,
volaron pétalos de lluvia. Ellos estaban
afeitándose.
Ellas salían con sus trajes de novia. Se
marcharon
los niños ¿por qué digo los niños? con su
amor,
con sus noches de estrellas, con sus mares
azules,
con sus remordimientos, con sus cuchillos de
buscar
bajo la carne. Dónde, dónde la noche aquella,
dónde el mar...
Qué ridículo todo: este momento detenido,
Qué ridículo todo: este momento detenido,
este disco que gira y gira en el silencio,
consumida su música...
Vida
A Paula Romero
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!»
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!»
Ahora sé que la nada lo era todo.
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!»
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
A orillas del East River
I
En esta encrucijada,
flagelada por vientos de dos ríos
que despeinan la calle y la avenida,
pisoteada su negrura por gaviotas de luz,
descienden las palabras a mi mano,
picotean los granos de rocío,
pisoteada su negrura por gaviotas de luz,
descienden las palabras a mi mano,
picotean los granos de rocío,
buscan entre mis dedos las migajas de
lágrimas.
Siempre aspiré a que mis palabras,
las que llevo al papel,
continuasen llorando
de pena, de felicidad, de desesperanza,
al fin, todo es lo mismo,
al fin, todo es lo mismo,
porque yo las había llorado antes;
antes de que desembocasen en el papel
blanquísimo,
blanquísimo,
en el papel deshabitado, que es el morir.
Dejarían en él los ecos asordados,
empañados,
Dejarían en él los ecos asordados,
empañados,
de lo que tuvo vida.
Alguien advertiría la humedad de las lágrimas,
lloraría por seres que jamás conoció,
lloraría por seres que jamás conoció,
que acaso no es posible que existieran
aunque estuvieron vivos
aunque estuvieron vivos
en el recuerdo o en la imaginación.
Lloraríamos todos por los desconocidos,
los para mí difuminados
los para mí difuminados
en la magia del tiempo.
Contra las estructuras
de metal y de vidrio nocturno
rebotan las palabras aún sin forma,
consagradas en el torbellino helado,
consagradas en el torbellino helado,
y no me hacen llorar.
Yo ya no sé llorar. ¡Y mira que he llorado!
II
Yo ya no lloro,
excepto por aquello que algún día
me hizo llorar:
los aviones que proclamaban
que todo había terminado;
la estación amarilla diluida en la noche
en la que coincidían, tan sólo unos instantes,
el tren que partía hacia el norte
el tren que partía hacia el norte
y el que partía hacia el oeste
y jamás volverían a encontrarse;
y la voz de Juan Rulfo: «diles que no me
maten»;
y la malagueña canaria;
y la niña mendiga de Lisboa
que me pidió un «besiño».
Yo ya no lloro.
Ni siquiera cuando recuerdo
lo que aún me queda por llorar.
ÁNGEL GONZÁLEZ
De Áspero mundo (1956)
Para que yo me llame Ángel González
Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...
fuerza del desaliento...
De Sin esperanza, con convencimiento (1961)
Discurso a los jóvenes
De vosotros,
los jóvenes,
espero
no menos cosas grandes que las que
realizaron
realizaron
vuestros antepasados.
Os entrego
Os entrego
una herencia grandiosa:
sostenedla.
sostenedla.
Amparad ese río
de sangre,
de sangre,
sujetad con segura
mano
mano
el tronco de caballos
viejísimos,
viejísimos,
pero aún poderosos,
que arrastran con pujanza
el fardo de los siglos
pasados.
el fardo de los siglos
pasados.
Nosotros somos estos que aquí estamos
reunidos,
reunidos,
y los demás no importan.
Tú, Piedra,
hijo de Pedro, nieto
de Piedra
de Piedra
y biznieto de Pedro,
esfuérzate
esfuérzate
para ser siempre piedra mientras vivas,
para ser Pedro Petrificado Piedra Blanca,
para no tolerar el movimiento
para ser Pedro Petrificado Piedra Blanca,
para no tolerar el movimiento
para asfixiar en moldes apretados
todo lo que respira o que palpita.
A ti,
A ti,
mi leal amigo,
compañero de armas,
escudero,
sostén de nuestra gloria,
joven alférez de mis escuadrones
de arcángeles vestidos de aceituna,
sé que no es necesario amonestarte:
con seguir siendo fuego y hierro,
basta.
sé que no es necesario amonestarte:
con seguir siendo fuego y hierro,
basta.
Fuego para quemar lo que florece.
Hierro para aplastar lo que se alza.
Y finalmente,
Y finalmente,
tú, dueño
del oro y de la tierra
poderoso impulsor de nuestra vida,
no nos faltes jamás.
Sé generoso
con aquellos a los que necesitas pero guarda,
expulsa de tu reino,
expulsa de tu reino,
mantenlos más allás de tus fronteras,
déjalos que se mueran,
déjalos que se mueran,
si es preciso,
a los que sueñan,
a los que no buscan
más que luz y verdad,
a los que deberían ser humildes
y a veces no lo son, así es la vida.
Si alguno de vosotros
Si alguno de vosotros
pensase
yo le diría: no pienses.
Pero no es necesario.
Seguid así,
hijos míos,
y yo os prometo
paz y patria feliz,
orden,
silencio.
De Tratado de urbanismo (1967)
Inventario de lugares propicios al amor.
Son pocos.
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia ( con exenciones
la caricia ( con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
sin interés alguno
sin interés alguno
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
De Palabra sobre palabra (1965)
Me basta así
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
de eso sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso; entonces,
si yo fuese Dios,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando luego callas...
(Escucho tu silencio. Oigo
abandonado cuando luego callas...
(Escucho tu silencio. Oigo
constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me
basta).
De Salmos al viento (1958)
No sirves para nada
No sirves para nada
Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo la cabeza: hijo mío
mirándome y moviendo la cabeza: hijo mío
no sirves para nada.
Después me fui a la
escuela
escuela
con pan y con adioses
pero me acompañaba la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.
pero me acompañaba la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.
Vino luego la guerra
la muerte yo la vi
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron
y todos la olvidaron
yo triste seguí oyendo
no sirves para nada.
no sirves para nada.
Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
los pantalones largos
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.
De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo –y era alegre-
no sirves para nada.
me dijo –y era alegre-
no sirves para nada.
Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
Tenemos una niña
a la que siempre digo
- también con alegría-
- también con alegría-
no sirves para nada.
De Palabras para Julia (1979) PALABRAS PARA JULIA
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
pensando en ti como ahora pienso.
JAIME GIL DE BIEDMA
De Compañeros de viaje (1959)
Infancia y confesiones
Cuando yo era más joven
(bueno, en realidad, será mejor decir
muy joven)
algunos años antes
de conoceros y
recién llegado a la ciudad,
a menudo pensaba en la vida.
Mi familia
era bastante rica y yo estudiante.
Mi infancia eran recuerdos de una casa
con escuela y despensa y llave en el ropero,
de cuando las familias
de cuando las familias
acomodadas,
como su nombre indica,
veraneaban infinitamente
en Villa Estefanía o en La Torre
del Mirador
y más allá continuaba el mundo
con senderos de grava y cenadores
rústicos, decorado de hortensias pomposas,
todo ligeramente egoísta y caduco.
todo ligeramente egoísta y caduco.
Yo nací (perdonadme)
en la edad de la pérgola y el tenis.
La vida, sin embargo, tenía extraños límites
y lo que es más extraño: una cierta tendencia
retráctil.
retráctil.
Se contaban historias penosas,
inexplicables sucedidos
dónde no se sabía, caras tristes,
sótanos fríos como templos.
Algo sordo
perduraba a lo lejos
y era posible, lo decían en casa,
quedarse ciego de un escalofrío.
De mi pequeño reino afortunado
me quedó esta costumbre de calor
y una imposible propensión al mito.
De Moralidades (1966)
Pandémica y celeste
Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
desnudo de cintura para abajo,
hipócrita lector mon semblable,mon frère!
Porque no es la impaciencia del buscador de
orgasmo
quien me tira del cuerpo a otros cuerpos
a ser posiblemente jóvenes:
yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir aunque sea nada más que un
momento
igual deslumbramiento que a los veinte años !
Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
con cuatrocientos cuerpos diferentes haber hecho el amor.
Que sus misterios, como dijo el poeta, son del alma,
con cuatrocientos cuerpos diferentes haber hecho el amor.
Que sus misterios, como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.
Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
mientras buscaba ese tendón del hombro.
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas
ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de yedra coronados.
O aquel portal en Roma en vía del Balbuino.
Y recuerdos de caras y ciudades
Y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casetas de baños,
y de infinitas casetas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
oh noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una
imagen rota,
de la langueur goûtée à ce mal d'être deux.
Sin despreciar
Sin despreciar
alegres como fiesta entre semana
las experiencias de promiscuidad.
Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
Mi amor,
íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo.
Su juventud, la mía,
música de mi fondo
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos
muslos
muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.
Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
los años de experiencia
de nuestro amor.
Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua,
fugaz como un reflejo.
Sobre su piel borrosa,
cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el
tiempo.
aunque fuese un instante, deshechos por el
tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz, los dos,
como dicen que mueren los que han amado
mucho.
De Poemas póstumos (1968)
Contra Jaime Gil de Biedma
De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar
de piso,
de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis
trajes,
trajes,
zángano de colemena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión
confusa
confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres
humanos,
Oh innoble servidumbre de amar seres
humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Después de la muerte de Jaime Gil de
Biedma
En el jardín, leyendo,
la sombra de la casa me oscurece las páginas
y el frío repentino de final de agosto
y el frío repentino de final de agosto
hace que piense en ti.
El jardín y la casa cercana
donde pían los pájaros en las enredaderas,
una tarde de agosto, cuando va a oscurecer
y se tiene aún el libro en la mano,
una tarde de agosto, cuando va a oscurecer
y se tiene aún el libro en la mano,
eran, me acuerdo, símbolo tuyo de la muerte.
Ojalá en el infierno
Ojalá en el infierno
de tus últimos días te diera esta visión
un poco de dulzura, aunque no lo creo.
En paz al fin conmigo,
puedo ya recordarte
no en las horas horribles, sino aquí
en el verano del año pasado,
cuando agolpadamente
en el verano del año pasado,
cuando agolpadamente
tantos meses borradas
regresan las imágenes felices
traídas por tu imagen de la muerte...
Agosto en el jardín, a pleno día.
traídas por tu imagen de la muerte...
Agosto en el jardín, a pleno día.
Vasos de vino blanco
dejados en la hierba, cerca de la piscina,
calor bajo los árboles. Y voces
calor bajo los árboles. Y voces
que gritan nombres.
Ángel,
Juan, María Rosa, Marcelino, Joaquina
- Joaquina de pechitos de manzana.
- Joaquina de pechitos de manzana.
Tú volvías riendo del teléfono
anunciando más gente que venía:
te recuerdo correr,
la apagada explosión de tu cuerpo en el agua.
Y las noches también de libertad completa
en la casa espaciosa, toda para nosotros
lo mismo que un convento abandonado,
en la casa espaciosa, toda para nosotros
lo mismo que un convento abandonado,
y la nostalgia de puertas secretas,
aquel correr por las habitaciones,
buscar en los armarios
buscar en los armarios
y divertirse en la alternancia
de desnudo y disfraz, desempolvando
batines, botas altas y calzones,
arbitrarias escenas,
batines, botas altas y calzones,
arbitrarias escenas,
viejos sueños eróticos de nuestra
adolescencia,
adolescencia,
muchacho solitario.
Te acuerdas de Carmina,
de la gorda Carmina subiendo la escalera
con el culo en pompa
con el culo en pompa
y llevando en la mano un candelabro?
Fue un verano feliz.
...El último verano
de nuestra juventud, dijiste a Juan
en Barcelona al regresar
nostálgicos,
y tenías razón. Luego vino el invierno,
el infierno de meses
el infierno de meses
y meses de agonía
y la noche final de pastillas y alcohol
y vómito en la alfombra.
y vómito en la alfombra.
Yo me salvé escribiendo
después de la muerte de Jaime Gil de Biedma.
De los dos, eras tú quien mejor escribía.
Ahora sé hasta qué punto tuyos eran
Ahora sé hasta qué punto tuyos eran
el deseo de ensueño y la ironía,
la sordina romántica que late en los poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario