domingo, 4 de junio de 2023

CONCURSO REGIONAL XVII DE ORTOGRAFÍA

   El pasado miércoles 31 de mayo me desperté nerviosa puesto que ese era un día muy especial. Me habían seleccionado para llevar a cabo unas pruebas de ortografía. Nunca estuve realmente interesada en este tipo de concursos puesto que siempre pensé que nadie necesita ganar un premio para ver cuán bueno o buena eres en algo. En este caso, no me presenté de una manera formal.

 La semana anterior a hacer la prueba de selección que me llevaría a los regionales estuve enferma lo cual me impedía acudir a clase como hacían el resto de mis amigas a quienes sí habian informado de esta preselección. Ellas no me comentaron nada acerca de esto pues pensaban que ya sabía que ocurrirían. Unos días después, estando ya completamente recuperada retomé las clases y volví a la rutina de siempre. Ese día al llegar la clase previa al recreo mis amigas hicieron un comentario acerca de unas pruebas de ortografía. Yo no sabía a qué se referían por lo que me acerqué a preguntarles. Ellas me dijeron por encima en qué consistían y me aconsejaron que me presentara junto a ellas, que el “no” ya lo tenía. Y así fue como en la hora del recreo todas nos encaminamos a la biblioteca de nuestro centro a realizar el examen. No tenía muchas expectativas puesto que no me había preparado nada. Realicé la prueba poniendo lo que más o menos me sonaba de los libros que había leido a lo largo de mi vida. Y así fue como una hora después mi profesor de lengua me anunció que yo había sido la persona seleccionada para representar a mi centro en las pruebas regionales de ortografía.

   Volviendo al día de las pruebas, me levanté con nervios pues no me había preparado tanto como seguramente habían hecho la mayoría de los chicos y chicas de los otros centros . Me había ceñido a hacer pruebas de años anteriores y creer que mis lecturas ayudarían a desenvolverme con soltura en la prueba.

  A las nueve de la mañana mi profesor y yo poníamos rumbo a Mérida, más concretamente al Instituto "Santa Eulali"a donde se llevaría a cabo la prueba. Al llegar al edificio, la “sala de recepción”, a pesar de ser amplia, estaba repleta de alumnos y alumnas de 4º de la ESO acompañados de sus profesores de lengua y literatura. A las diez nos informaron que debíamos empezar a entrar en la sala donde realizaríamos la prueba. Nos colocaron en orden alfabético y nos repartieron unos sobres con un código extraño en una de sus caras. Nos informaron que debíamos escribirlo dentro de la prueba. Nos retiraron los estuches y carteras y nos prohibieron el uso de cinta correctora. Y comenzó la prueba. Me centré lo máximo posible en ella y fui haciendo los ejercicios poco a poco hasta que terminé. El examen consitía en un dictado de palabras las cuales eran bastante extrañas, un texto para poner los signos de puntuación adecuados y otros ejercicios de tildes, comas...

   Al salir de la prueba esperé pacientemente la llegada de mi profesor junto con otra chica que conocí allí. En el camino de regreso pensé que no importaba ganar sino la experiencia que te llevas después de este tipo de cosas. También recordé la importancia de la lectura pues sin ella no habría podido acertar ni la mitad de los ejercicios. La lectura siempre fue y será algo importante para la vida pues de ella puedes obtener numerosos aprendizajes y además de eso, te puede llevar a tener experiencias tan bonitas como la que yo me llevo de ese 31 de mayo.

Carla Cáceres Acedo. Alumna de 4º ESO del IES Los Moriscos de Hornachos.

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