El pasado lunes murieron dos
escritores: Günter Grass y Eduardo Galeano. Ambos están alejados entre sí en
estilo y espacio, pero son dos autores fundamentales en la literatura de los
siglos XX y principios del XXI.
Günter Grass, alemán, novelista y poeta, fue
testigo y “cronista” de la política europea del siglo XX. Adquirió fama mundial
con la publicación de El tambor de
hojalata en 1956, a
la que siguieron obras como El gato y el
ratón (1956), Años de perro
(1963) o Mi siglo (1999). Günter
Grass recibió el Premio Nobel de Literatura y el Príncipe de Asturias de las
Letras en 1999. Ha
sido un escritor capital en la vida literaria y civil tras la Segunda Guerra, en
Alemania y en Europa.
El tambor de hojalata (1959) narra la vida de Oscar Matzerath, una
Sherezade deforme, un niño que decide dejar de crecer a los tres años y empezar
a tocar un pequeño tambor de juguete como protesta contra el mundo adulto.
Eduardo Galeano, uruguayo, escritor y
periodista, icono de los movimientos civiles y revolucionarios de América
Latina. Su obra más influyente fue Las
venas abiertas de América Latina, publicada en 1971, obra fundamental para
entender la política del continente; y Memoria
del fuego, trilogía publicada entre 1982 y 1986.
La mejor forma de acercarse a un escritor es a través de su obra. Nos
centramos en la del escritor uruguayo, por cercanía y por compartir nuestro
idioma. Pero, en principio, recojamos algunas de sus reflexiones:
1. El mundo se divide, sobre todo,
entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede
estar...
2. A diferencia de la solidaridad,
que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de
arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las
relaciones de poder.
3. Quien no está preso de la necesidad,
está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no
tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.
4. Este es un mundo que te domestica
para que desconfíes del prójimo, para que sea una amenaza y nunca una promesa.
5. Ahora América es, para el mundo,
nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub
América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación. Es América
Latina, la región de las venas abiertas.
6. Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos
la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando
abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.
7. Si la naturaleza fuera banco, ya la
habrían salvado.
8. No consigo dormir. Tengo una mujer
atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una
mujer atravesada en la garganta.
9. El amor se puede provocar, dejando
caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa
o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua
bendita, no lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para
nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay
decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las
vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.
Y son también conocidos sus relatos cortos:
Los Nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y
sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la
buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no
llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la
buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano
izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de
escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
El peligro
La A tiene las piernas abiertas
La M es un subibaja que va y viene entre el
cielo y el infierno.
LA O círculo cerrado, te asfixia.
La R está notoriamente embarazada.
-Todas las letras de la palabra AMOR
son peligrosas- comprueba Romy Díaz- Perera.
Cuando las palabras salen de la boca,
ella las ve dibujadas en el aire.
El amor
En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron
con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.
- ¿Te han cortado?- preguntó el
hombre.
- No-dijo ella-. Siempre he sido así.
Él la examinó de cerca. Se rascó la
cabeza. Allí había una llaga abierta.
Dijo:
- No comas yuca, ni plátanos, ni
ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y
descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los
menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que
apretar los dientes para no reírse, cuando el le decía:
- No te preocupes.
El juego le gustaba, aunque ya empezaba
a cansarse de vivir en ayunas y tendida en la hamaca. La memoria de las frutas
le hacía agua la boca.
Una tarde, el hombre llegó corriendo a
través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:
- ¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
Acababa de ver al mono curando a la
mona en la copa de un árbol.
- Es así -dijo el hombre, aproximándose
a la mujer.
Cuando terminó el largo abrazo, un
aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían
juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su
hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.
El miedo
global
Los que trabajan tienen miedo de perder
el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no
encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene
miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de
caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y
el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los
militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de
guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del
hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la
policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin relojes, al niño sin
televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para
dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la
soledad.
Miedo a lo que fue y a lo que puede
ser.
Miedo a morir, miedo a vivir…
Pinchad en el siguiente enlace por si queréis leer alguna de sus obras:
http://www.telesurtv.net/news/10-Libros-para-descargar-de-Eduardo-Galeano-20150413-0018.html
Pinchad en el siguiente enlace por si queréis leer alguna de sus obras:
http://www.telesurtv.net/news/10-Libros-para-descargar-de-Eduardo-Galeano-20150413-0018.html
“La primera noche,
ellos se acercan
y toman una flor de nuestro jardín.
No decimos nada.
La segunda noche
ya no se esconden,
pisan las flores,
matan a nuestro perro
y no decimos nada.
Hasta que un día,
el más frágil de ellos,
entra solo a nuestra casa,
nos roba la luna,
y conociendo nuestro miedo,
nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada”.
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